martes, 16 de octubre de 2007

Las tres edades y la muerte.

En mis años de estudiante en Madrid visitaba con cierta regularidad el Museo del Prado. En la sección de pintura flamenca, siempre me llamaba la atención un óleo del pintor alemán Hans Baldung.
Su título: Las tres edades y la muerte. Es mi cuadro. Tengo una cierta fijación con él.
La Muerte con su lanza quebrada que desde nuestro propio nacimiento nos toca y empieza a descontar el finito tiempo que tenemos. ¡Vanidad de vanidades, todo vanidad! ¿Qué saca el hombre de toda la fatiga con que se afana bajo el sol? (Eclesiastés 1, 2-3).
Estamos en un contexto luterano; donde la fe es lo único que nos salva.
El recién nacido tocado. La joven asida por la edad senil, y ésta por la Parca que corta la vida.
El Eclesiastés es un libro complicado. Se le ha achacado una visión pesimista, escéptica y epicúrea de la existencia. Un nihilismo donde se relativiza todo esfuerzo humano y que puede conducir al absurdo y a entregarse al carpe diem.
En el óleo en un segundo plano (si se amplia la foto) vemos un paisaje infernal abajo; pero hay un atisbo para la esperanza, ya que el Crucificado se dibuja en los cielos y aparece el Sol que ilumina toda esta obscuridad y sin sentido.

24 comentarios:

Adivagar dijo...

Magnífico ejemplo, Dardo. La representación del gran miedo de todos los humanos, la visión de la vida como una enfermedad mortal. La metáfora de la falta de esperanza. Sin esperanza, ¿qué nos queda? Pues lo que comentas, el Carpe Diem y el sinsentido.
Para reflexionar.

Un saludo, amigo.

Enriquenonpraevalebunt dijo...

¡Estupendo! ¡El tema de la muerte! Prefiero vivir mirando a la muerte a morir buscando desesperadamente.
Esta vida es fantástica: la búsqueda de la muerte nos lleva a la vida y la de la vida nos lleva a la muerte.

J. G Centeno dijo...

A parte de la excelente elección del cuadro, estremecedoramnete expresivo, la entrada me retrotrae a un profundo debate que mantuve conmigo mismo, cuando angustiado, sólo yo se cuanto, descubrí la imposibilidad de mi trascendencia, que no iba a poder ver, como a través de un agujerito, lo que ocurriría con mis seres queridos cuando yo faltase, quizás, y con permiso de Dardo, que directamente me tomo,vendría bien recordar a Jorge Manrique:

Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte,
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;
cuán presto se va el placer,
cómo después de acordado
da dolor,
cómo, a nuestro parescer,
cualquiera tiempo pasado
fue mejor...

Nuestras vidas son los rios
que van a dar en la mar,
que es el morir:
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir
allí los ríos caudales,
allí los otros, medianos
y más chicos,
allegados son iguales,
los que viven por sus manos
y los ricos...

Ved de cuán poco valor
son las cosas tras que andamos
y corremos,
que, en este mundo traidor,
aun primero que muramos
las perdemos...

Decidme, la hermosura,
la gentil frecura y tez
de la cara,
la color y la blancura,
cuando viene la vejez,
¿cuál se para?
Las mañas y ligereza
y la fuerza corporal
de juventud,
todo se torna graveza
cuando llega el arrabal
de senectud...

Los placeres y dulzores
de esta vida trabajada
que tenemos,
¿qué son sino corredores
y la muerte la celada en que caemos?
No mirando nuestro daño,
corremos a rienda suelta
sin parar;
desque vemos el engaño
y queremos dar la vuelta,
no hay lugar...

¿Qué se hizo el rey don Juan?
Los Infantes de Aragón,
¿qué se hicieron?
¿Qué fue de tanto galán?
¿Qué fue de tanta invención
como trajeron?
Las justas y los torneos,
paramentos, bordaduras,
y cimeras,
¿fueron sino devaneos?
¿qué fueron sino verduras
de las eras?...

Aquel de buenos abrigo,
amado por virtuoso
de la gente,
el maeste don Rodrigo
Manrique, tan famoso
y tan valiente,
sus grandes hechos y claros
no cumple que los alabe,
pues los vieron,
ni los quiero hacer caros,
pues el mundo todo sabe
cuáles fueron.
¡Qué amigo de sus amigos!
¡Qué señor para criados
y parientes!
¡Qué enemigo de enmigos!
¡Qué maestro de esforzados
y valientes!
¡Qué seso para discretos!
¡Qué gracia para donosos!
¡Qué razón!
¡Qué benigno a los sujetos,
y a los bravos y dañosos,
un león!...

No dejó grandes tesoros,
ni alcanzó grandes riquezas
ni vajillas,
mas hizo guerra a los moros,
ganando sus fortalezas
y sus villas;
y en las lides que venció, muchos moros y caballos
se perdieron,
y en este oficio ganó
las rentas y los vasallos
que le dieron...

Después de puesta la vida
tantas veces por su ley
al tablero,
después de tan bien servida
la corona de su rey
verdadero,
después de tanta hazaña
a que no puede bastar cuenta cierta,
en la su villa de Ocaña
vino la muerte a llamar
a su puerta.
diciendo: "Buen caballero,
"dejad el mundo engannoso
"y su halago:
"vuestro corazón de acero
"muestre su esfuerzo famos
"en este trago;
"y pues de vida y salud
"hiciste tan poca cuenta
"por la fama,
"esfuércese la virtud
"para sufrir esta afrenta
"que vos llama
"No se os haga tan amarga
"la batalla temerosa
"que esperais,
"pues otra vida más larga
"de fama tan gloriosa
"acá dexais
"Aunque esta vida de honor
"tampoco no es eternal
"ni verdadera,
"mas con todo es muy mejor
"que la otra temporal
"perecedera.
"El vivir que es perdurable
"no se gana con estados
"mundanales,
"ni con vida deleitable,
"en que moran los pecados
"infernales;
"mas los buenos religiosos
"ganánlo con oraciones
"y con lloros,
"los caballeros famosos
"con trabajos y aflicciones
"contra moros.
"Y pues vos, claro varón,
"tanta sangre derranastes
"de paganos,
"esperad el galardón
que en este mundo ganastes
por las manos;
"y con esta confianza
"y con la fe tan entera
"que tenéis,
"partid con buena esperanza
"que estotra vida tercera
"ganaréis."


"No gastemos tiempo ya
"en esta vida mezquina
"por tal modo
"que mi voluntad está
"conforme con la divina
"para todo;
"y consiento en mi morir
"con voluntad placentera
"clara y pura,
"que querer hombre vivir
"cuando Dios quiere que muera
"es locura"

"Tú, que por nuestra maldad
"tomaste forma servil
"y bajo nombre,
"Tú, que a la divinidad
"juntaste cosa tan vil
"como el hombre,
"Tú, que en grandes tormentos
"sufriste sin resistencia
"en tu persona,
"no por mis merecimientos,
"mas por tu sola clemencia
"me perdona"


Así con tal entender,
todos sentidos humanos
conservados
cercado de su mujer,
de sus hijos y hermanos
y criados,
dio el alma a quien se la dio,
el cual la ponga en el cielo
en su gloria,
y aunque la vida murió,
nos dejo harto consuelo,
su memoria


En estas Coplas a la muerte de su padre conviven el sentimiento religioso típicamente medieval de comprender l vanidad de las cosas ante la muerte, con la actitud plenamente renacentista de desear la gloria y la fama como forma de perdurar.

Que conste que tan trascendentes reflexiones nos ocurren porque hemos ganado a Dinamarca, sino estaríamos inmersos en una profunda depresión.

M.Angel dijo...

En las dos veces que he estado en el Prado me han impresionado las obras de Velazquez, pero sobre todo me impactó "el jardín de las delicias" del Bosco, ¿ de donde puede sacar una persona la inspiración para pintar las escenas y los personajes que salen en sus cuadros?, confieso que la primera vez me dió escalofrios, pero a la vez no podía quitarle los ojos, ¿ que pasaría por su mente?, ¿ A que se refiere con esa obra?.
En cuanto pueda, vuelvo a verlo.

Donna Angelicata dijo...

"Vivo únicamente porque puedo morir cuando quiera, sin la idea de suicidio hace tiempo que me hubiera matado".

¿Ve, Sr. Dardo, como no era aconsejable citarle a Cioran?.

Adentrándonos mucho, muy profundamente, en esta sentencia, ¿no posee la misma una indecible certeza?.

Una interesante entrada.

Dardo dijo...

Adivagar; si nos libramos de ese miedo por la esperanza en un mundo sin todas estas imperfecciones; entonces si que somos libres. Algunas personas incluso le piden a Dios que les saque de este mundo (como fue el caso del mismísimo Pio XII ).

Yo esta existencia la entiendo como forja donde aquilatar nuestra valía; como reto donde demostrar nuestra respuesta a la gran síntesis del logos cristiano: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo.

Con frecuencia se da uno cuenta de lo apartado de este parámetro y cae en el abatimiento; entonces es cuando hacer una lectura del Eclesiastés donde se trueque esa perplejidad por la futilidad de lo contingente por la solidez de una esperanza futura a la que corresponder con nuestro comportamiento.

Enrique; hay que mirarla de frente. Yo lo hago. Ningún miedo. Casi una liberación. No me ata nada accesorio.

¡Ay!, Javier, las gracias que te mereces por engalanar tan soberanamente con tu comentario esta entrada. Pero incluso ante tu certidumbre atea; me atrevería a citar a Pablo en Romanos 1, 14-15 "en efecto, cuando los gentiles, que no tienen ley, hacen por razón natural lo que manda la ley, éstos tales, no teniendo ley, son para sí mismos ley. Ellos muestran la realidad de la ley escrita en sus corazones, como se lo atestiguan su propia conciencia y sus recíprocos juicios internos de censura o elogio". En un contexto de salvación universal sin distinciones: "más la gloria, el honor y la paz serán de todo aquel que obra bien, del judío, primeramente, y después del griego: Porque para con Dios no hay acepción de personas" (Rom. 1, 10-11).

¿Te has dado cuenta que te he llamado gentil y griego?. Te doy la razón. ¿Qué hubiera pasado de perder ante Dinamarca?. Ja,ja.

Miguel Angel; a mí el Bosco me recuerda alguna pesadilla que tenía de pequeño; donde al despetar seguías manteniendo la imagen como si fuera realidad física lo onírico.

Apreciadísima Donna. ¡He llegado a la conclusión que es Vd. imprescindible!. Y su blog una red donde se cogen otras joyas (Perseo). Le dije hace tiempo que lo ético y lo estético es lo que hacen soportable esto. Vd. es un consuelo estético.

Les voy a dejar durante todo el mes; el deber multiplicado me llama. Tengo, además, que salir de viaje. Se va a practicar habilitación de comentarios al estar el blog desatendido. Tal vez haya algun retoque.

Un abrazo a todos.

Adivagar dijo...

¡Un mes sin tus comentarios y entradas! Dardo, lo voy a pasar mal, me quedo solo ante nuestros amigos rojillos... Me va a ser dificil defenderme.

Un saludo y que vaya todo lo mejor posible!

animalpolítico dijo...

Vanitas vanitatis et omnia vanitas...

Estupenda entrada y estupendo comentario. El ser humano no aprende nunca a convivir con la idea de la propia muerte o la de los seres queridos. Creo que es una imposibilidad biológica.

Enhorabuena por estos éxitos blogueros, amigo.

Dardo dijo...

Gracias a ambos.

Donna Angelicata dijo...

¡Demonios! En este mismo instante he comprendido inexorable y fatídicamente lo que es la eternidad...

Regrese, estimado amigo, antes de que este aciago conocimiento me destruya por completo.

Cuidese allá donde vaya.

M.Angel dijo...

Vuelve pronto amigo, creas "mono" como ciertas sustancias.

Un abrazo.

Enriquenonpraevalebunt dijo...

Sr. Dardo, le echaremos de menos.
Que le vaya bien en sus trabajos y le esperamos a la vuelta.
Un saludo

Enriquenonpraevalebunt dijo...

Sr. Dardo, le echaremos de menos. Espero que le vaya bien su trabajo y le esperamos a la vuelta.
Un saludo

Sigurd dijo...

Vaya, uno desaparece por unos días, vuelve, y descubre que usted desaparece por un mes. Ya veo que no nos ponemos de acuerdo.

El cuadro me parece maravilloso, no lo conocía, así que le agradezco el descubrimiento.

La canción de los que supuso alumnos logsianos me persigue desde su primera escucha. Debía haberme advertido, igual que le advirtieron a la mujer de Lot, aunque seguramente yo le habría hecho el mismo caso. Ya me han echado de cinco discotecas. Yo les explico que es un baile tradicional polaco, pero no me hacen ni caso ... ¿Donde queda el respeto por la multiculturalidad dentro de la propia Europa? En fin.

Espero que ese mes sea uno con menos de treinta días. Y recuerde que el contenido es irrelevante, todo se puede decir con una sonrisa.

Un cordial saludo.

animalpolítico dijo...

Amigo Dardo, le veo a usted algo inactivo. No sé si la blogosfera se puede permitir la ausencia del extremocentrismo.

¿Todo bien?

Anónimo dijo...

Impresionante, querido Dardo...,

Me hace pensar la arrogancia de la vieja..., es como si el pintor quisiera plasmar la fealdad de la vejez y su proximidad a la Parca, sin duda, pero también el orgullo de haber vivido.

Gracias por traer el arte e invitarnos a reflexionar.

Un besito,

SPOOK dijo...

Para Dardo
Le copio un artículo con una visión diferente sobre la muerte y el sentido de la vida.
Yo me identifico con ella, que no está muy lejos de la suya. Desde principios diferentes la propuesta es similar. (del foro http://www.clubantigona.com)


SENTIDO Y MELANCOLÍA

AUTOR: Andrés Ortiz-Osés, Universidad de Deusto

Lo que no tiene sentido no tiene valor:
no es digno de estima (Sócrates de Jenofonte).

Quisiera abrir la perspectiva del sentido humano en un momento cultural en el que el nihilismo ronda nuestro escenario y corroe nuestra visión del mundo. Pero sin sentido no se puede vivir (bien), así que el sentido simboliza el bien maltrecho por nuestras circunstancias. En realidad, el hombre está tomando conciencia dolorosa y dolorida del mal, la negatividad y la muerte, por lo que el sentido está puesto en sospecha filosófica. Y, sin embargo, lo repetimos: el sentido es el pan nuestro de cada día, a veces un pan endurecido, pero sin el cual comprobamos el hambre radical que confiere la nada.

Definimos al hombre como hambre de sentido desde su experiencia de finitud y contingencia en el mundo. Pues bien, para tratar esta cuestión crucial del sentido/sinsentido, exploraremos siquiera brevemente tres momentos significantes de nuestra cultura: la posición clásica de Sócrates en Jenofonte, la contraposición barroca de R. Burton en su monumental “Anatomía de la melancolía” y, finalmente, la posición (pos)moderna de Heidegger sobre caminos nietzscheanos.


1 (El Sócrates de Jenofonte)

Conocemos bien al Sócrates de Platón y su visión idealista del sentido humano trascendido por el sentido divino: en donde el sinsentido mundano queda superado por el sentido celeste, lo mismo que el mal por el bien, el error por la verdad y lo irracional por la razón. Conocemos bien esta visión clásica del ser como fundamento positivo del mundo frente a toda negación o negatividad, lo que confiere un estatuto heroico al socratismo platónico, capaz de trascender la realidad por la idealidad.

Conocemos bien al Sócrates platónico pero conocemos mal al Sócrates de Jenofonte, una figura mucho más cercana a nuestra actual mentalidad posmoderna de signo antiheroico. En efecto, el Sócrates jenofontiano ya no es un héroe platónico sino un antihéroe, el cual es acusado de corromper a la juventud por no reconocer a los dioses o ideales oficiales de la ciudad política, introduciendo nuevos demonios, daímones o démones, es decir, númenes ambivalentes, instancias ya no olímpicas o luminosas sino oscuras y ambiguas, figuras intermedias entre lo divino y lo demoníaco cercanas al ámbito intermedio e intermediario de lo humano, precisamente situado entre el mundo celeste y el submundo terrestre, a medio camino entre la luz y la oscuridad de la caverna. El símbolo de este nuevo demonismo socrático está simbolizado por el demon Eros, el diosecillo que dialectiza el cosmos y se concentra en el corazón humano, inaugurando así la eclosión de la interioridad anímica frente a la exterioridad pública.


Jenofonte nos cuenta que Sócrates filosofaba específicamente sobre lo humano, al ubicarse mesurada o medialmente entre los dioses y los animales, coafirmando la virtud de la continencia, la libertad y la amistad. A este último respecto cabe aducir que el propio Sócrates se presenta como una especie de “alcahuete moral”, en el sentido de mediar o intermediar entre personas que sienten mutuo afecto. Por eso este Sócrates procura a través del diálogo y la palabra terapéutica el bien humano, la utilidad existencial, el cuidado del alma, el amor basado en la afección del corazón, la proyec ción del valor concebido como lo digno de estima, la búsqueda erótica del sentido moral. De donde la diferencia entre el diálogo propiamente socrático y el diálogo platónico: el primero es un diálogo hermenéutico que sirve para articular interanímicamente la realidad (enpragmáticamente), mientras que el segundo es un diálogo eidético que sirve para distinguir la realidad según las ideas (teoréticamente).

“Lo que no tiene sentido no tiene valor”: esta es la máxima de la filosofía socrática fundada en la identificación del sentido con lo valioso, de modo que el sentido se define como valor y el sinsentido como disvalor. En el texto griego de Jenofonte el sentido propugnado por Sócrates es el sentido humano o existencial (frónesis), de modo que el sinsentido resulta inhumano y antiexistencial (a-frónesis). Por su parte, el valor es lo digno de estima (timon), de manera que el sinsentido es el disvalor o indigno de estima (a-timon).

De esta guisa, el Sócrates de Jenofonte no opta platónicamente por lo supremo, divino y óptimo sino por lo medial, lo humano y lo bueno/bello (kalokagathía). El Sócrates jenofontiano no busca el ser o esencia ideal de lo real sino la realidad vital o existencial, el valor que valora lo valioso, el amor como estimación humana referida a lo amable como digno de ser amado (el bien-bello). De aquí que Sócrates afirme que los actos humanos dicen lo que el lenguaje no dice, fundando así un criterio netamente ético.



2 (Anatomía de la melancolía)


Sócrates personifica la búsqueda del sentido como lo digno de estima, así pues como valor o digno de amor. Pero el sentido está atravesado de sinsentido, y el propio Sócrates lo sabe bien cuando advierte de no dejarse esclavizar por las pasiones, proponiendo otros valores y placeres que los meramente animales, corporales o materiales, al tiempo que asume un modo de vida estoizante capaz de rechazar lo blando para no sufrir lo duro, como avisaba Epicarmo.

Podríamos hablar de cierto apolinismo en Sócrates, ya aducido por Nietzsche, pero matizando que se trata de un ascetismo contrapunteado epicúreamente por el amor de amistad e incluso dionisíacamente por su capacidad de beber o bailar. Sin embargo es cierto que la dialéctica socrática es un movimiento ascensional, por el cual el alma trata de enseñorearse del cuerpo clásicamente, en donde la visión de la realidad inmanente es sublimada por la entrevisión de la idealidad trascendente.

El contrapeso al ideal-realismo del Sócrates clásico lo ofrece el barroco Richard Burton quien, en su magna obra “Anatomía de la melancolía”, hace hincapié no en nuestra experiencia del bien sino del mal, no en nuestra vivencia de lo positivo sino de lo negativo, no en la convivencia armoniosa sino en la convivencia disarmoniosa. He aquí su demoledora visión crítica del mundo del hombre:

El mundo es un vasto caos, un manicomio, el teatro de la hipocresía,
una tienda de picardía y adulación, un aposento de villanías, la escuela del desvarío, una guerra donde quieras o no debes luchar y vencer o ser derrotado, en la que o matas o te matan.
Mientras les sea provechoso, se aman
o se pueden beneficiar mutuamente, pero cuando no se pueden esperar más
ventajas, como hacen con un perro viejo, le cuelgan o le disparan. Nuestro summum bonum es el interés, y la diosa a la que adoramos la Reina Moneda, a la que ofrecemos a diario sacrificios, por la que se nos ensalza, humilla, eleva, estima, la única guía de nuestras acciones.
No tienen importancia la virtud, la sabiduría, el valor, el conocimiento, la honestidad, la religión ni cualquier cualidad, sólo el dinero, la grandeza, el cargo, el honor, la autoridad, por eso se admira a los hombres por lo que parecen, no como son, sino como parecen ser.

La actualidad de semejante diatriba crítica del mundo del hombre resalta suficientemente, aunque en la actualidad hemos pasado de describir negativamente el mundo humano a describir negativamente también el mundo no humano, así pues el universo mundo. Un cierto “gnosticismo” se filtra en los escritos negativistas de J.P. Sartre y Cioran, de Nietzsche y S. Freud, de C.G. Jung y S. Weil. En todos ellos y muchos más ya no es sólo el ámbito humano sino el mundano o cósmico el puesto en cuestión: la naturaleza misma reaparece como madre y madrastra, origen de vida y muerte, destino cruel de toda creatura.

Busquemos ahora finalmente cierta apertura de sentido, cierta salida a semejante encerrona, en la filosofía simbólica de M. Heidegger.



3 (Heidegger y el ser-sentido)


Nuestro último referente es M. Heidegger, el filósofo y teólogo que ha tematizado el sentido radical del mundo del hombre en la noción capital del ser. Mas, ¿cómo interpretar el ambivalente ser heideggeriano? Ambivalentemente sin duda, ya que simboliza a la vez lo positivo y lo negativo, la apertura y lo destinal, ala pujanza transpersonal e impersonal, el espíritu oscuro. El ingenio filosófico de Heidegger está en haber amalgamado en el ser el cruce de los contrarios a modo de cruz o crucifixión de los opuestos.

La dialéctica del ser en Heidegger comparece claramente si sobreponemos textos heideggerianos de épocas diversas. Así, mientras que en la obra Beiträge/Aportes a la filosofía (1938) el autor germano define el ser como el abismo (Abgrund), en su posterior discurso Die Armut/La pobreza (1945) redefine el ser como lo sublime: la relación sublime (erhabene Beziehung).

Los comentaristas se desconciertan al ver definido el ser como lo sublime y el abismo, sin percatarse que así se expresa la coimplicación de los contrarios. Pero desconocen también que lo sublime es la sublimación de lo subliminal, así pues la asunción radical del abismo: recuérdese aquí cómo la experiencia más alta –la mística- es la experiencia más abismática o abisal, lo mismo que la experiencia del ser resulta inseparable de la coexperiencia de la nada. Por eso puede decir Hiedegger:

Lo alto de esa altura de lo sublime es en sí la profundidad. Pues bien,
la relación del ser con nuestra esencia es el centro, el medio que está en todas partes como el centro de un círculo cuya periferia no está en ninguna.

Cabría entonces concebir el ser heideggeriano como un daimon o demon ambivalente, o sea, como un dios menor (der gott), al que el propio Heidegger ha hecho referencia traduciendo así el daimon heraclíteo, o bien proyectándolo como nuestra única esperanza de salvación en este mundo. Ahora bien, el ser como daimon o dios menor simboliza el destino radicalmente ambiguo del mundo humano así como del universo, por cuanto presidido por una divinidad contingente o contingenciada, encarnada o humanada, a modo de “trascendencia inmanente” (tal y como comparece paradigmáticamente en el propio cristianismo).

Pienso que por esta vía heideggeriana cabe abrir el sentido sin desechar el sinsentido, antes bien asumiéndolo como contingenciación de dicho presunto sentido: nunca ya más presuntuoso como en un pasado idealista. Un tal sentido así contingenciado por el sinsentido no es un sentido inconcuso sino un sentido simbólico: el sentido que reflota en la nada, el sentido que se abre a través del oscuro túnel del sinsentido.

Pues bien, a partir de aquí cabría proponer una metodología hermenéutica del sentido considerado no como algo cósico o literal sino como algo simbólico, humano o proyectado. Esto significa que el sentido no es algo dado sino que hay que sonsacarlo o auscultarlo, ya que comparece entre lo más oculto u ocultado.


Conclusión moral

Una tal metodología hermenéutica del sentido podría sernos útil en nuestra confrontación con el dolor que oculta todo sentido o con la muerte que oculta toda vida, pero también en nuestro afrontamiento de textos oscuro o sinsentido aparente: tales nos resultan hoy los textos religiosos o eclesiásticos que tomados literalmente conducen al fundamentalismo (islámico o católico, político o cultural), pero que tomados simbólicamente pueden aportar un cierto sentido de dirección moral. Tal sería el caso del magisterio moral de las Iglesias, cuyas directrices deberían señalar actitudes fundamentales y no fundamentalistas del hombre ante la vida y la muerte, así como ante las fuentes de la vida y el debido respeto a su sacralidad tradicional.

Se trata entonces de proponer una moral de actitudes y no de meros actos reificados, una moral personalista abierta al otro y no una moral conceptual encerrada en sí misma, una moral del sentido humano contextual y no una moral del mero significado entitativo descontextualizado o abstracto, así pues una moral del ser (existencial) y no una moral del ente (antiexistencial).

La clave de bóveda de una tal moral del ser es que la vida oculta la muerte y la muerte la vida, como el sentido oculta el sinsentido y el sinsentido el sentido. De donde se deduce una revisión correlativizadora de la vida y de la muerte, el bien y el mal, el sentido y el sinsentido. Una revisión tragicómica del mundo cuya consecuencia práctica consiste en saber correlativizar los contrarios, así como en saberlos conjugar oscilatoriamente como quiere Montaigne o bien transversalmente como quiere Gracián y, en defimitiva, dualécticamente: coimplicadoramente.

Dardo dijo...

Donna; ¿la eternidad el vacío?. Creo que existen significantes de los que solo vislumbramos parcialmente su significado.

M.Angel y Enrique volveré.

Sigurd; espero que le haya gustado el rincón satírico de Perseo es de calidad y sobretodo de buen humor.

Animal, amigo, pasivo acá activo acullá; pero le leo todas sus entradas aunque no participe por ahora.

Madeleine; gracias a ti.

Elohim; me ha hecho descubrir un Sócrates insospechado que pone en valor la utilidad de la existencia y que erige a ésta en el parámetro del sentido (los actos humanos dicen lo que el lenguaje no dice). Me ha recordado el vitalismo nietzscheano que condena lo doctrinario idealista como antinatural. Tiene una parte reconfortante ( de inteligencia y adaptación al medio) pero me da vértigo. Desde luego el pesimismo de Burton (contemporáneo de Hobbes) es desalentador por sus dosis de cruda realidad (todo un think thank de lo neoconservador).

Según me ha parecido entenderle señala hacia lo gnóstico: a que el hombre se puede salvar a sí mismo; sin necesidad de un Salvador. Estas serían las dos vías que apunta: un logos salvador que nos propone una moral (que lo califica de presuntuosos) o descubrir en la propia existencia una claves éticas salvadoras que nos servirían para construirnos como hombres (puesto que "nada es" lo ético habría que construirlo).

Sí; es cierto que el "conjunto" necesita de los opuestos. El conjunto "temperatura" para su comprensión necesita de los opuestos "frio/calor".

En fin Elohim; todo esto supondrá que me sobrepasa, pero le agradezco estas perlas tan agradables.

SPOOK dijo...

Dardo
Es evidente que ”todo esto NO le sobrepasa.
Ambos entendemos el mensaje.
Desde su fe en un Salvador exterior a la humanidad (al cosmos), o desde mi negación a admitir que algo ajeno al universo (en el hipotético caso de existir (ser) ¿?) pueda y/o deba influir en mi realidad.
Discrepo en su valoración de la cita de Burton ¿pesimista? ¿cruda realidad?...yo escribiría individualismo, ausencia absoluta de empatía. Una forma de entender – en eso tiene razón- muy próxima al neo-liberalismo tan actual y tan eterno.
Le cito a Epicuro en su “Carta a Meneceo”: …el más temible de los males, la muerte, nada es para nosotros, porque cuando nosotros somos la muerte no está presente y, cuando la muerte está presente, entonces ya no somos. En nada afecta, pues, ni a los vivos ni a los muertos, porque para aquellos no está y éstos ya no son”. Imposible más simpleza. Inadmisible desde un pensamiento humanista que trasciende la particular existencia de cada UNO.
La muerte es “muerte personal” pero también es un “morir para otros” y la muerte de los otros es, asu vez, “un morir para mi”.
Es en este humanismo donde el sujeto individual puede encontrar su sentido (salvación), y enfrentar SU muerte desde la valoración de SU vida. Para no repetir a Séneca le cito “Memorias de Adriano”: ” Mínima alma mía, tierna y flotante, huesped y compañera de mi cuerpo, descenderás a esos parajes pálidos, rígidos y desnudos, donde habrás de renunciar a los juegos de antaño. Todavía un instante miremos juntos las riberas familiares, los objetos que sin duda no volveremos a ver…Tratemos de entrar en la muerte con los ojos abiertos.

Fujur dijo...

Mi cuadro favorito es El Jardin de las Delicas de El Bosco. Creo que el hecho de tratar sobre los infiernos da licencia al autor para pintar e inventar imágenes que de otra forma serían contrarias a la moral de la época. No sé, es para reflexionar no?

GENIAL POST!

Donna Angelicata dijo...

"Noi siamo usciti fore
del maggior corpo al ciel ch'è pura luce:
luce intellettüal, piena d'amore;
amor di vero ben, pien di letizia;
letizia che trascende ogne dolzore.

Qui vederai l'una e l'altra milizia
di paradiso, e l'una in quelli aspetti
che tu vedrai a l'ultima giustizia."

"Hemos salido fuera del mayor de los cuerpos celestes,
para subir al cielo que es pura luz; luz intelectual,
llena de amor, amor de verdadero bien, lleno de gozo;
gozo superior a toda dulzura.
Aquí verás una y otra milicia del Paraíso,
y una de ellas bajo aquel aspecto con que la contemplarás en el juicio final".

Paradiso XXX, 38-45
Dante, Divina Commedia

VdT dijo...

Vaya, vaya, veo que se mantiene el nivel de los blogs de mi estreno.

Cada uno a con su sello particular y muy personal.

Mr. Dardo, el suyo no lo es menos, desde luego. Y he de decir que el nivel de los participantes es ajustado al nivel de aquel cuyo nombre recuerda a la espada de Frodo, pero que encierra algo más que un brillo metálico, pues el nombre de dardo tiene entre los posibles adjetivos que lo califican, los de doloroso, certero, afilado, preciso... Por supuesto siempre y cuando sea empleado por alguién habilidoso en su manejo. Y, pongamos como analogía que el dardo es la palabra, pero no cualquier palabra sino solo aquella palabra que de bien empleada, de bien usada, resulta oportuna, certera y hasta dolorosa, si llega a lo más hondo de la esencia de nosotros, de nuestras vidas frágiles.

Y, sí. Ciertamente sí. La vida. La muerte. Dos de mis temas favoritos. Sin vida no hay muerte. Sin muerte, ¿seríamos conscientes de la vida? Y sin vida, ¿sería nuestra alma consciente de la carne, de lo corpóreo, de lo material, de lo fútil, de lo temporal?

Cuantas veces he reflexionado sobre ambos temas, especialmente en lo facil que es llegar a uno de los citados estados y lo dificil que es mantenerse en el estado vital. Al ver envejecer a mis seres queridos, al ver lo "rápido" que pasa el tiempo, que ayer fuí un niño, que en menos que canta un gallo, mi vida habrá pasado y, casi sin darme cuenta, mis días, ya contados, se acercarán a su fin. Cuantas veces he pensado que muchas de las cosas que ocurren no son sucesos simple y llanamente aleatorios, que la vida y la muerte no son hijos de la diosa fortuna, sino en todo caso del dios destino. Y sin embargo, más que la pura predeterminación del destino ya escrito, lo que veo son guíños, flashes, de alguién o algo que me supera en entendimiento, y que simplemente te pone "cosas" (hechos, sucesos, personas, acontecimientos...) ante tus narices, triviales o relevantes para tí en ese momento concreto, según cuales sean tus particulares planes de vida, de tal modo que solo si estás despierto quizá atisbes algo más allá de lo que los sentidos nos pueden dar.

Me alegro de saludarte de nuevo, Mr. Dardo.

Donna Angelicata dijo...

La solución del problema de la vida se nota en la desaparición de ese problema (¿no es esta la razón por la que personas que tras largas dudas llegaron a ver claro el sentido de la vida, no pudieron decir entonces en que consistía tal sentido?)

Creo que me acabo de armar un lío.

Sr Dardo, el límite mensual llega ominosamente a su fin. Le esperamos.

Adivagar dijo...

Dardo, regresa, que ya ha pasado el mes y se te echa de menos. Yo solo no puedo con todos estos...