El Sr. Rodríguez Salvador (conocido popularmente como el violador del Valle de Hebrón) podría haberse traslado a Andalucía tras su excarcelación; según lo mentado por "El Periódico de Cataluña".
Los polacos siempre nos envían a lo más distinguido de su exquisita sociedad. Me acuerdo de los prolegómenos de Barcelona 92 y de la rumorología de los mentideros acerca de la incentivación de los metropolitanos barceloneses por fomentar el turismo de las gentes excluidas hacia este gran Marrakech ibérico (Andalucía).
Al margen de este divertimento relativo a esta balanza de compensación interterritorial entre las distintas regiones de nuestro Estado; es lo cierto que la polémica ha estado presidida por retener en prisión a este hombre más allá de lo previsto por el sistema penal que lo condujo a prisión ( el código penal de 1973 y su sistema de redención de penas por trabajo).
El Código de Franco (1973) ha resultado ser más benigno, que si se le hubiera procesado y tratado con el Código penal de la Democracia (1975). Quiero apuntar esto para frenar en seco cualesquiera críticas referidas a achacar este estado de cosas al actual régimen político.
Distinguidos penalistas que podemos situar en algo tan difuso como lo progresista (Muñoz Conde); han hecho ver esta gruesa semblanza: de cómo nuestro código penal actual es más duro que el aprobado en los últimos estertores del antiguo régimen.
Este es un asunto recurrente. ¿En verdad el Derecho Penal es útil para resocializar al delincuente?.
Los marxistas entienden en su visión cuadriculada de la historia que su actual verdadera función es la de proteger la defensa de la clase dominante. Es cierto que el Derecho Penal contribuye a la conservación de ese Estado; pero digo yo que en función de la naturaleza de ese Estado variará aquello que como última ratio se pretende proteger conservándolo.
Para el idealismo filosófico la pena tiene una virtud ejemplarizante (intimidatoria) que sanciona la acción violatoria basada en el libre albedrío del criminal.
El materialismo filosófico pone énfasis en las causas y fenómenos que producen el crimen. Niega el libre albedrío. El derecho criminal socialista tiene por base el gran principio "científico" de la irresponsabilidad (determinismo o necesariedad del crimen dadas las condiciones que lo posibilitan) frente a la criminología burguesa. La teoría está muy bien; la realidad es otra. En el abyecto régimen soviético no existían propiamente cárceles o establecimientos penales, sino establecimientos de corrección por el trabajo; tampoco existían propiamente penas, sino intervención de corrección por el trabajo e ilustración cultural conseguida por medio de sanciones en libertad. No hay nada como un neolenguaje para encubrir la realidad.
Creo que el problema está en considerar la reinserción social como un absoluto. Sinceramente cuando el artículo 25.2 de la Constitución señala que "las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social..." lo que se dice es que en una sociedad civilizada el castigo más allá de su razón vindicativa (justicia) debe buscar la reparación moral del hombre delincuente con objeto de que tras el cumplimiento de su castigo evitar su recaida en el crimen (eficacia).
Pero hemos de preguntarnos si es posible reeducar y reinsertar a todo el universo de criminales. ¿Podemos reinsertar a un capo del narcotráfico?. ¿Podemos reinsertar a un terrorista?. El modelo rehabilitador tuvo su momento dorado en la posguerra europea. El filósofo Adorno -parafraseando a Kant- dijo que sobre el horror de Auschwitz se edificó un nuevo imperativo categórico. Se hacía así inexcusable, frente al espanto, un modelo garantista sobre lo criminal, que pivotará en torno a los derechos humanos. Consecuencias: Resocialización de los penados. Abolición de la pena capital y de los trabajos forzados. Vigilancia penitenciaria y Beneficios penitenciarios.
Sin duda cualquier espirítu sensible firmaría aquello de "nunca más el horror".
En la década de los 70 entró en crisis el modelo rehabilitacionista en los principales países de nuestra civilización (la única que ha creído en ello). Se dió paso a una liquidación del asistencialismo penal (EE.UU): políticas de tolerancia cero con el delito; esto se traducía en castigar severamente incluso delitos pequeños; para conjurar que el delito vaya a más. Pues bien; en este contexto de crisis de las políticas de reinserción se da traslado en nuestra Constitución (1978) del parámetro de la reinserción.
Los críticos de la criminología de la intolerancia (neoconservadora) achacan la actual delincuencia a la mutación del capitalismo (industrial a financiero); de la ecuación keynesiana (capitalismo renano) a la globalización donde inevitablemente se producen espacios de exclusión social. Entienden además que la propia crisis del Welfare (Estado social) lleve a recortes presupuestarios que inevitablemente pasará factura a sectores menos prioritarios desde un punto de vista popular (rehabilitación penitenciaria y su corolario el principio de individualización científica de la pena).
La doxa conservadora parte de una verdad objetiva: el fracaso del sistema penal y penitenciario; y propone una nueva óptica: las víctimas como prioritarias frente a los criminales. Propone un nuevo escenario punitivo.
No es ajeno a esto los fenómenos de delicuencia organizada (narcotráfico y terrorismo); imposible de atender con esa encomiable filosofía de la reinserción. Se produce así una paulatina emergencia de institutos excepcionales: leyes antiterroristas, reformas procesales, ampliación de poderes a las FCSE y creación de jurisdicciones especiales.
La doxa conservadora insiste: de la resocialización hacia la neutralización del criminal. Esto se ha traducido en dos filosofías convergentes en el Occidente más avanzado: tolerancia cero (EEUU) y emergencia de lo excepcional (Europa). Se preguntan con razón (y en esto se la dan los propios penalistas progresistas) ¿cómo una sociedad moralmente postrada va a ser el paradigma de ninguna resocialización?.
Llegados a este punto me corre un cierto escalofrío por el cuerpo. Yo que soy un conservador a la antigua estoy tentado de echarme en manos de esa política reformadora de los años 50 que conecta con la tradición liberal progresista y con el propio mensaje evangélico del perdón. Por otra parte confieso que lo descarnado del análisis neoconservador es una realidad que está ante nuestros ojos: la realidad de un fracaso. La duda me deja en el limbo.
En 1995 se aprobó por el último Gobierno del Presidente del Sr. González el código penal que sustituyó al predemocrático de 1973. En el debate en las Cortes Generales se suscitó el tema del cumplimiento íntegro de las penas a iniciativa del PP. Esto provocó que se aprobará sin el concurso del principal partido de la oposición; resultando paradójico que luego (tras ganar las elecciones de 1996) tuviera que aplicarlo.
Esta reforma redujo el máximo de prisión a 20 años; con la excepción de casos graves (25 a 30 años). Puso el máximo de cumplimiento en 30 años. Introdujo el criterio de descontar los beneficios penitenciarios (descuentos de estancia en prisión) no sobre el máximo o tope de 30 años; sino sobre la suma total de penas impuestas por diferentes delitos. Y con el desaparecieron las redenciones de pena por el trabajo ( que eran de un día de descuento por cada dos días de trabajo).
El propio Gobierno del PP en 2003 (ley 7/2003) reformó este Código en la idea que suscitó la original polémica en el momento de su aprobación (cumplimiento íntegro de las penas). Así con esta reforma no se podía acceder al tercer grado penitenciario hasta tanto no se hubiera cumplido la mitad de la condena. Se amplió el máximo de estancia en prisión a 40 años para delitos especialmente graves. Y se estableció que el cómputo de los beneficios se hiceran sobre el total de la pena.
Los críticos de lo progresita inciden en que estas reformas quebrantan el principio de individualización científica (tratamiento caso por caso de cada recluso) en virtud de automatismos legales (límite temporales taxativamente establecidos).
Pero estas mismas doctrinas progresitas son contrarias a las penas abiertas (medidas de seguridad sine die en función de la peligrosidad del criminal y sus previsiones de reinserción); siendo también contrarias a que la edad mínima de represión criminal quede abierta (y no fijada rígidamente en los 18 años). Ciertamente esto adolece de cierta incoherencia. La individualización también podría (debería) se utilizada: a) a la hora de infligir el castigo (hay mayores de 18 que son inimputables y menores de 18 -por su capacidad intelectiva- que sí son responsables criminalmente) y b) a la hora de consignar la pena o medida de seguridad en función de peligrosidad y consignación en establecimiento médico-penitenciario.
La noticia de la excarcelación del distinguido exdelincuente es un botón de muestra (tardío) de las consecuencias del diseño de una política penal y de tratamiento penitenciario que han sido preponderantes en la filosofía del derecho criminal de la posguerra. Seguramente henchidas de buena fe en el prójimo delincuente (en su regeneración); pero que se dan de bruces con nuestra realidad.
O cambiamos nuestra realidad o estamos abocados al fracaso rehabilitador y no nos van a quedar más opción que la crudeza de una severa represión.
P.D.: La foto es de Dª Concepción Arenal celebrada estudiosa del derecho penitenciario e impulsora de su reforma humanitaria inspirada en la dignidad de todo hombre; incluso de los penados.
21 comentarios:
Caramba, Dardo, hoy tiras a dar, eh? Cuidado con lo de los polacos, que seguro que algunos no pillan la ironía y se molestan...
Yo sinceramente creo que la misión de la cárcel no es la rehabilitación del ciudadano, sino el castigo, apartar de la sociedad a alguien que ha demostrado ser incompatible con ella. Y su misión intimidatoria es evidente. Es cierto que a veces se ve el crimen con un determinismo sorprendente, victimizando al delincuente como si el culpable último fuera la sociedad, es decir, todos nosotros. Cada uno, en su libre albedrío, actúa, y debe ser responsable de sus actos. Eso sí, con la visión soviética de corrección por el trabajo no estoy en absoluto de acuerdo, y creo recordar que incluso va contra la carta de los derechos fundamentales del hombre, que prohíbe los trabajos forzados.
Las leyes deben proteger siempre al ciudadano que cumple con ellas, y en ese sentido nuestra justicia es (o era) excesivamente suave, en mi opinión. Cada vez estoy más de acuerdo con la tolerancia cero, sinceramente. O por lo menos con endurecer las penas y eliminar la mayor parte de las reducciones de condena. Y lo de los menores de edad da para otra gran discusión, porque la sensación de estar transmitiéndoles un enorme relativismo, además de impunidad e irresponsabilidad de sus actos, no me la quita nadie. Y eso, educativamente, es muy peligroso de cara al futuro.
Un saludo.
La ironia, Adivagar, no puede ofender a las personas inteligentes.
Bien; la misión del sistema penitenciario, según yo lo veo, es castigar (justicia) y rehabilitar (eficacia). Lo que he querido trasladar es que no se debe hacer un absoluto de la rehabilitación. Sencillamente porque hay sujetos que es imposible rehabilitar. En estos casos no queda otro remedio que la medida de seguridad sine die.
Pero que es útil intentar recuperar a los que pueden o podamos caer en el delito y tengan o tengamos potencialidad de recuperación. Lo es porque eso redunda en un beneficio para la propia sociedad: que recorta presupuesto asistencial penitenciario y encaja al exdelincuente en el ciclo productivo.
A veces tengo la sensación que si tienes dinero, logras evadir tus culpas...
No es lo mismo robar para comer que robar para forrarte... No puede tener la misma pena...
... del mismo modo que no es lo mismo matar en defensa propia que matar a alguien a sangre fría ...
Maripuchi; no sólo es una sensación, es una injusta constatación. Una de las críticas al sistema judicial norteamericano es esa; también pasa aquí. Es un reto que tenemos todos. Y por supuesto que tiene distinto reproche el homicidio que el asesinato.
Estoy completamente de acuerdo con usted -raro sería lo contrario- Sr. Dardo.
Copio literalmente un fragmento orwelliano:
"Toda esta idea de represalias y castigos es una imaginación pueril. Propiamente no existe esto que llamamos represalia o venganza. La venganza es algo que uno quisiera realizar cuando y porque se siente impotente; tan pronto como se elimina esta sensación de impotencia, desaparece también el deseo de venganza". George Orwell.
Un saludo
Donna; además está lo venenoso del odio. Es importante que no nos encanallemos en nuestra reacción frente al crimen.
Gran culpa de que parezca que se castiga igual al que roba para comer que al que lo hace para forrarse la tienen también ( a parte del propio sistema) los medios de comunicación, es facil criticar que a una persona que robó en un supermercado para comer, le caigan 8 años de carcel, pero no dicen que esa persona amenazó a la cajera con una pistola, pasando del hurto al robo con intimidación, por lo que pasamos a una pena mayor, y si encima es reincidente pues .......
Buena entrada Dardo, te diré que no creo en la rehabilitación de ciertos delincuentes ( violadores por ejemplo), habría que ver las estadísticas de los delitos cometidos por reclusos en permiso penitenciario, y no creo que la carcel sea el mejor sitio para cumplir ciertas penas.
Un saludo.
Sí, es bastante llamativo que el que roba para comer (sin pistola) tenga más pena que los que saquearon Marbella o el que se apropió de bienes ajenos con la ignorancia culpable de los poderes económicos (Gescartera, Banesto...), con lo cual, el ciudadano común se queda estupefacto, sin entender nada.
De la misma manera que si un trabajador común "defrauda" unos euros a Hacienda, le cae encima todo el peso de la ley (tributaria) y los grandes empresarios o fortunas "estafan" al fisco millones... y no pasa nada...
Todo esto es imposible de entender y asumir, con lo que el corolario resultante es que el ciudadano común al que antes me refería, al ver la aparente impunidad de los grandes delitos y su negativa ejemplaridad, opta muchas veces por subirse a ese carro y entramos en lo que muchas veces he denunciado de la cada vez menos ética sociedad que nos rodea.
Dos posibilidades:
a. Un Estado cuyo objetivo básico es la defensa de la integridad del Ciudadano y del Estado. Entonces simplemente sería cuestión de eficacia. Fórmulas empresariales de costes del sistema penitenciario y beneficios de la reinserción. Aliñados todos con la debida prudencia y seguridad.
b. Pongamos que por encima del Estado hay una moral universal. Entonces hay otro sujeto a tener en cuenta: el reo, que al fin y al cabo es otro ser humano. En este caso habría que tener en cuenta tantísimas cosas que sería dificilísmo acertar en lo más justo para cada particular. A lo máximo que podríamos aspirar sería a unos principios. En general podría ser: Primero la sociedad, luego el reo y en tercer lugar el Estado (Enseñar que todos debemos ser responsables de nuestros actos, rehabilitación y castigo).
Su entrada es brillante, Dardo, y todo un placer. La enlazaré al breve comentario que hicimos al respecto en el blog, para que los interesados puedan ampliar su opinión sobre tan conflictivo tema.
Lo más interesante del asunto en cuestión es como cada opción esconde toda una visión del hombre, de la sociedad y de la relación entre ambos.
Tal vez fruto de mi ignorancia, siempre he visto una relación clara entre el pensamiento rousseauniano y ciertas premisas ideológicas que llevan a primar la citada reinserción sobre la idea de castigo, y que es especialmente sangrante en ciertos casos relativos a menores de edad.
Admito que en mi juventuda caí en las garras de Rousseau, ¡quién sabe cuántas veces repretiría eso de "el hombre es bueno por naturaleza, la sociedad lo corrompe"!. Ya se sabe, una conclusión es cuando uno se cansa de pensar ... Ahora mismo, la máxima rousseauniana la cambio por Dostoyevski, y su "Dios y el Diablo libran una guerra, y su campo de batalla es el corazón del hombre".
M.Angel. Blanca. Cuando escribí esta entrada quise hacer ver que la rehabilitación no es un absoluto; pero no quise desdeñarla. Sigo creyendo que debe ser algo prioritario (aunque requiera mucha inversión penitenciaria).
Es más (como dice Enriquenonpraevalebunt tan atinadamente como de costumbre) si creemos: unos, en la salvación y perfección humanas; y otros, en la utopía; debemos conceder la posibilidad de la redención en esta propia vida; con cautela, claro que sí.
Lo que he intentado criticar son los automatismos. No se puede poner en la calle a individuos que no han alcanzado su rehabilitación. Esto es un absurdo. Con todo lo complejo que es esto y que puede tener el riesgo del abuso en el tratamiento penitenciario.
No es posible la rehabilitación en algunos casos. ¿O sí?. Enrique: ¿Existen los milagros?. Sí. ¿Podemos ser optimistas frente a esta realidad tan asfixiante?. Nuestro dogma nos dice que debemos amar al prójimo; que debemos de pensar lo impensable. Y que la utopía de la redención es una meta.
Sigurd. Gracias por el enlace. No abandone el sueño de Rousseau. No lo abandone. No nos dejemos enredar por el gran Leviatan. Hay algo de verdad. Esta sociedad tiene también algo de culpa. Es verdad que existen condicionantes del delito y también es verdad que existe el libre albedrío. Sé que desconcierto con mi sincretismo en esto. Ya les avisé en la entrada: estoy en el limbo.
Mi concepción del orden me lleva a extremar las cautelas; mi utopía a creer en el hombre. Sigurd. En Crimen y Castigo (una obra capital para mi modo de ver sobre este tema) el propio Raskolnikov que con un cinismo atroz siente el fracaso pero no el acto criminal (de la vieja usurera); gracias al amor de Sonia se pone en el camino de la renovación.
"......y no podía comprender que ya entonces, mientras contemplaba el río, presintiese quizá en sí mismo y en sus convicciones, un ERROR PROFUNDO. No comprendía que aquel presentimiento podía ser el anuncio de un nuevo giro de su vida, de su futura resurrección, de su futura nueva concepción de la existencia." (Crimen y Castigo.F.Dostoyevski).
Es cierto, es posible el milagro, pero en ningún caso y confiando en esta posibilidad debemos dejar de mirar por la sociedad. Nosotros hacemos lo que tenemos que hacer y con este material imperfecto que sea Dios el que obre el milagro.
¿Será una venganza porque los andaluces le hemos enviado a Montilla? xD
P.D. Ayer estaba el violador en un pueblo de Granada. Por mi que se lo lleve Rodríguez el Traidor a Doñana.
No le digo que no Enrique. Sociedad, Reo (el regreso del pródigo que tan celebrado es por el Padre) y Estado. Tal vez sea así mejor; no puedo discutírselo con solvencia.
Amigo Cerrajero; celebro que le haya gustado el divertimento inicial. Tenga en cuenta que los andaluces trasplantados a Cataluña son más catalanes que algunos catalanes de raigambre. El caso es que el exdelincuente tendrá que ir a algún sitio y era bueno que saliera de Barcelona. ^
Esperemos que no vuelva a hacer de las suyas.
Estimado Dardo, claro que hay algo de verdad en el axioma de Rousseau. Hay mucha verdad, pero no toda.El problema radica en tomar parte de esa verdad, y señalarla como toda la verdad.
Decía Smith en su The Theory of Moral Sentiments lo siguiente:
"How selfish soever man may be supposed, there are evidently some principles in his nature, which interest him in the fortune of others, and render their happiness necessary to him, though derives nothing from it, except the pleasure of seeing it"
No abandono el sueño de Rousseau (aunque los sueños de la razón crean monstruos), sencillamente tengo presente la naturaleza humana.
PD: La alegría por la sinergia productiva es mutua.
No creo que "rehabilitar" sea un concepto contrario a "castigar".
Evidentemente ir a la cárcel es un castigo, una pena que se ha de cumplir por un delito determinado. Pero qué tiene de malo intentar, digo intentar, aprovechar ese castigo para rehabilitar al criminal y reinsertarlo en la sociedad? O es que como es castigo ya tiene que ser a mendrugo de pan y agua?
No entiendo ese afán revanchista, ese afán de venganza.
Sobre todo porque esa venganza suele ir asociada a otro tipo de valores que ya no son castigo o reinserción. Son "valores" políticos. Me explico. Mucho se desgañitan pidiendo el cumplimiento íntegro de las condenas para los terroristas. Hasta 40 años de reclusión. Y si se arrepiente?, a pesar de todo tiene que cumplir 40 años? no hay nada que pueda hacer un terrorista para rehabilitarse como ciudadano?, por el contrario estos mismos que se desgañitan pidiendo 40 años mínimo para los terroristas, no piden lo mismo ni para los maltratadores-asesinos, ni para los pederastas (menos si es un cura), ni para el nazi que ha dejado tetrapléjico a un negro hace unos días.
Lo cual me lleva a considerar que quizás no es la justicia la que está detrás sino determinados poderes. Y ante eso, prefiero un sistema judicial que rehabilite, que de oportunidades, que otro que se limite a castigar y a vengarse. No sé, me parece... más humano? más compasivo?, más misericordioso?
los religiosos sabrán...
Un saludo, dardo (interesante post)
Dice Ambrose Bierce en su satírico y altamente recomendable "Diccionario del Diablo":
Arrepentimiento: Leal acompañante y seguidor del Castigo. Suele manifestarse con cierta reforma del comportamiento que no es incompatible con seguir llevando una vida pecaminosa.
Sigurd; ese es un libro que tengo pendiente de lectura ("La teoría de los sentimientos morales"); precisamente el primer libro de Adam Smith (en el fondo todo un moralista).
Mi estimado Sigurd le ruego en adelante que tenga en cuenta mis nulos conocimientos de inglés. Yo soy más de barrio que Vd. Y en mis tiempos lo que se estilaba en el bachillerato era el francés y el latín.
Don Carlos Rodríguez Braun traduce ese párrafo de esta guisa:
"Por más egoísta que se pueda suponer al hombre, existen evidentemente en su naturaleza algunos principios que lo mueven a interesarse por la suerte de otros, y a hacer que la felicidad de éstos le resulte necesaria, aunque no derive de ella nada más que el placer de contemplarla".
Sin duda tiene un punto más realista, sin desdeñar la compasión ,que el arrebato roussoniano.
Mi guapísima Madeleine rehabilitar es distinto que castigar. El castigo tiene que ver con el reproche y la venganza. La ley del talión (diente por diente y ojo por ojo) significó un avance. Trasladó a la idea de retribución penal el principio de proporcionalidad (no provocar más daño que el recibido). Así empezó la justicia. Paró en seco el atavismo de una venganza sin control; y canalizó proporcionalmente esa medida de responder a la ofensa y de alguna manera de restablecer el orden quebrantado inmediato anterior a ella.
¿No entiende ese afán de reproche que por otra parte Vd. sabe que es una reacción bien natural?. ¡Qué afortunada es Vd.!. Tal vez nunca haya sufrido una ofensa grave; y afortunadamente no haya sentido esa sensación de humilllación e impotencia que sienten las víctimas hasta dejarlas postradas y abatidas.
Vd. sabe que la justicia se representa usualmente con una balanza. Esta metáfora alude como bien comprenderá a la idea de compensación. El desequilibrio originado por el delito debe contrapesarse. Ha aludido a crímenes graves (los terroristas). Vd. sabe que incluso con la reforma de 2003 la pena de 40 años se puede aliviar (se puede acceder al tecer grado tras 20 años -mitad de la condena-). Estos crímenes suponen normalmente homicidios y asesinatos. Bien sabe que la esperanza de vida en nuestra Patria está entorno a los 60-70 años. ¿En verdad le parece desmedido que alguien que ha segado una vida con esta potencialidad media de duración sea condenado a unos 20 años efectivos y luego pase a tercer grado?.
Estoy con Vd. el terrorista también es Caín. Yo esto no se lo discuto. Es nuestro hermano homicida y se le debe administrar la penitencia de manera digna; y por supuesto tiene la misma potencia para rehabilitarse que cualquiera.
Pero ahora hablemos de lo que dicen algunos criminólogos: Que el instituto de la rehabilitación no funciona psicológicamente con cierto tipo de criminales (capos del narcotráfico y terroristas). Esto parece ser así. Debemos ser conscientes de ellos. No le discuto que nuestros establecimientos penitenciarios son limitados para esta tarea; y que la misma sociedad presenta (presentamos) muchas limitaciones. Lo cierto es que no se nos puede pedir que en este ínterin desestructurado nos quedemos con los brazos cruzados; sería algo insolidario con las víctimas.
Sí; misericordia. Como dijo doña Concepción Arenal. "Odia el delito y compadece al delincuente". Gracias Madeleine.
Pero, mi iconoclasta Donna, ¡no me hunda!. Este es un usual reproche anticatólico.
Estimado Dardo, (qué finolis que soy en los blogs de la derecha, jejeje) empezaré por el final: puede que la crítica a la iglesia católica sobre el doble rasero que emplea para la misericordia, la compasión, etc, no por repetido es menos cierto. Es más, las hipocresias han de denunciarse muchas veces hasta que calan en la sociedad. Y, me vas a perdonar, pero lo de la Conferencia Episcopal es de nota.
Pero a lo que vamos, en lo que respecta al tema principal:
Si las víctimas fueran las encargadas de impartir justicia no harían falta leyes. Se lanza al supuesto culpable a las familias heridas y que hagan lo que quieran con él. Es un buen método para reducir cárceles, expeditivo pero bueno.
Como no creo que estés de acuerdo con esto último, supongo que convendrás conmigo en que precisamente para eso se hicieron las leyes, para que sin pasión y con solo la razón se puedan juzgar los delitos desde todos los puntos de vista. Desde todos, también desde el del delicuente. Por eso hay un abogado y un fiscal.
Gracias a dios no he sentido en mis propias carnes algo terrible, pero sí he sufrido en mi historia familiar los crímenes del franquismo. Hermanos de mi madre fueron asesinados, mi propia madre fue una de esas que los fascistas pelaron al rape y pasearon por el pueblo a golpe de tambor. Su delito? vender pan a los socialistas del pueblo. Tenía 16 años y trabajaba en la única panadería del pueblo.
Mi padre, militante de la CNT así como sus hermanos, permaneció escondido hasta tiempo después de la guerra mientras sus hermanos huían por la frontera hacia Francia algunos, hacia Argentina otros. Alguno de ellos con su mujer embarazada y una hija de 2 años. Su delito? ser miembros de la CNT.
Imagina lo que sentimos cuando la derecha, que AÚN NO HA CONDENADO EL FRANQUISMO, habla con desprecio y desdén de la memoria histórica.
Y es que ese es el quid de la justicia, Dardo. Por qué para unos sí y para otros no? por qué los mismos que hablan del endurecimiento de penas y hasta de pena de muerte con los etarras son los mismos que pretenden olvidar 40 años de dictadura y represión? por qué no claman contra los curas pederastas mientras pretenden meter en la cárcel a una mujer que aborta?, por qué en algunos casos importan tanto las víctimas y en otros tan poco? de qué depende?
Quizás lo ideal, digo quizás, sería poner el foco en la víctima y menos en la revancha. Aplicar la ley como corresponda y ayudar a la víctima que no sólo necesita venganza. No son hienas a las que satisfacer sólo castigar al delicuente, son seres humanos que también necesitan dinero, sensibilidad, apoyo psicológico, etc, etc, etc.
Por lo demás sigo creyendo en la segunda oportunidad para todos los seres humanos y vuestros argumentos no me convencen, la verdad.
Un besito, guapísimo, y gracias por este espacio de encuentro y libertad.
Madeleine, amiga. Yo en punto a la Iglesia hablo simplemente como católico de una manera personal. No soy su portavoz como bien comprenderás. Seguro que tienes tu parte de razón.
En su origen la justicia se administraba por las propias víctimas, pero de acuerdo con las propias leyes de la comunidad. La justicia en Roma en sus primeros tiempos no fue una misión estrictamente estatal ni judicial sino religiosa. Así desde el momento que alguien era declarado parricida o reo de alta traición (perduellio) cualquier ciudadano podía darle muerte. En la era republicana se distinguía entre crimina y delicta. Los delicta son crímenes de carácter privado.
Madeleine. Todo lo que hoy conocemos como público se construye a partir de institutos privados. Precisamente porque en los primeros tiempos eran las víctimas las encargadas de ejecutar surgió el avance de poner un límite proporcional al propio acto de venganza. Vindicar (que es la raíz de este substantivo) es reclamar. Luego el substantivo se ha cargado con significados menos digeribles para nuestra concepción de lo que tiene que ser una convivencia racional; pero en origen la venganza es el propio sentido de la justicia.
Un ejemplo reciente. En tiempos de Franco comoquiera que el crimen de adulterio era particularmente odioso se arbitró la fórmula hacer una sensible rebaja en la pena por homicidio al cónyuge ultrajado que llevado por el ataque de cuernos decidiera dar muerte a uno de los adúlteros pillados en plena fanea o en su defecto infligir daños graves a ambos. Como ves, en el fondo, un reflejo de esta antigua concepción.
Yo Madeleine he dicho que tengo dudas. Que en mi idea está posibilitar la rehabilitación de todos; pero que debemos considerar que hay casos singulares en que no se puede hacer de la rehabilitación un absoluto.
Lo que me cuentas de la familia; sinceramente lo siento. Esa etapa atroz pasó factura a mucha gente. Mi tio (falangista) también le raparon el pelo con quince años por "robar" pescado del propio barco de su padre. Y a mi abuelo (concejal radical por Almería) a punto estuvieron de fusilarlo los comunistas por tener una radio demasiado ostentosa en su caso; signo inequívoco de que era burgués. Pero hubo para todos. Mi padre, maestro republicano, no pudo ejercer su profesión hasta que llegó al Ministerio de Educación Nacional Ruíz Giménez.
Vamos a ver, amiga, que yo condeno todas, pero todas, las violencias. Y por lo demás he dejado un espacio para la duda y no he querido concluir tan resolutivamente como algunos de vosotros. Un beso. Y gracias a ti.
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