sábado, 8 de diciembre de 2007

Caleidoscopio madrileño II.

¡Pero que raro se me hace observar el radiador que sale de la pared!
La radio me sirve normalmente de acompañante matutino. Pero hace ya tiempo que hoteles y hostales se han rendido a la televisión; me adapto y pongo un canal de noticias que parece un disco rayado porque no hacen más que repetir cuatro sucesos que no me interesan nada.
La radio de las primeras horas del día semeja desde hace tiempo una pelea de perros; y uno la oye en su tranquilidad como el que ve arreciar fuertemente la lluvia desde su ventana, seguro de no mojarse. Las barbaridades que se escuchan me hacen reir, aunque a veces pienso que no son nada caritativas y que hay gentes que se creen todo a pies juntillas.
En recepción está el hijo del dueño; afortunadamente no es socarrón como el padre. Tiene cara de seminarista; piel inmaculada, gafas con una montura soberbia de concha, sonrisa breve autocontenida y lleva un jersey beis a modo de chaqueta. Alterna el salón estar, donde está conectado a internet, con el mostrador de atención a los clientes. ¡Ahora comprendo el blanco marfil de su cutis!: También está en una especie de clausura, siquiera sea secular.
¡Vaya con la Gran Vía; sería mejor llamarla la Gran Fría!
Un hombre sin desayunar es un mamífero extremadamente vulnerable. Veo que son las 09.00 horas y ya está la gente haciendo cola para comprar la lotería de la Administración de Dª.Manolita que abre a las 09.30.

¡A desayunar!. En mi interior desapruebo esta espera en fila para un objeto tan absurdo. Zumo de naranja (aunque no he visto que lo expriman al instante; ¡tongo!). Café con leche y como aquí no hay la variedad universal de tostadas de mi tierra, me conformo con una berlina inundada de crema en el centro, que al final me disgusta por empalagosa.

¡Pero qué ciudad ésta. Hasta los churros los sirven fríos!.

A uno en provincias lo conocen en la cafetería, no hace falta ni que diga lo que quiere y cómo lo quiere; y además te ofrecen la prensa de tu gusto.

El juicio moral sobre la lotería me lo tengo que aplicar ahora a mí mismo. Tengo un encargo de compañeros de adquirir (y los quiero hacer felices con el estampillado de la celebérrima Dª. Manola); así que me alisto en esta masa esperanzada en lo material. Les confieso que me da algo de vergüenza y estoy casi por irme; sobretodo cuando pasan los autobuses turísticos y el guía les señala la legión que aguarda en esta espera tan frívola. Me asalta la duda de lo que pensaran de nosotros. Sinceramente no me hallo aquí. Y total: si yo no ansío nada material más allá de procurar una subsistencia básica. Supongo que si me tocan los 300.000 euros del décimo que aparto para mí, tendré que hacer obras de caridad.

Delante mía están dos eslavas orondas y sonrojadas como una manzana. ¿Seguro que Willenford está en Austria?. Yo me creo que está en Ucrania o en Rusia; porque estas Venus esteatopígicas son idénticas a las del neolítico. ¡El futuro de la natalidad en España descansa en estas grandes matronas rusas!.

Conforme me acerco a la ventanilla, observo que al lado de las escaleras de acceso hay sentado un hombre que tiene mutilado el brazo derecho un poco más arriba del codo. Exhibe su muñón morado a la concurrencia, que sin duda estamos algo mutilados espiritualmente para seguir allí y compatibilizar nuestro afán con esta visión demoledora de la desgracia . Tiene un gorro de poliéster que le resguarda del frío. Me sobrecoge con su voz gutural de la que sale una especie de mantra repetitivo:

!En el nombre de Dios una ayuda!. !Por Dios una ayuda!.

No me lo puedo quitar de mi pensamiento. Me está pareciendo hasta impúdica mi propia posición. Al final, adquiridos ya los décimos, le echo una limosna porque no puedo hacer otra cosa y me marcho huyendo abochornado.

Cojo un autobús para ir al Palacio de Villahermosa (donde un día tocara el mismísimo Franz List) y donde hoy radica la colección Thyseen.


Una clientela dura. J.George Brown (1831-1913)

Otra vez la infancia. Unos rapaces zalameros frente a una concentrada florista. El pintor J.G.Brown es contemporáneo de Aranda; uno, inglés afincado en Nueva York; y otro, español establecido en Sevilla. A ambos les gusta el tema y hacen un tratamiento similar http://dardo-kerigma.blogspot.com/2007/12/caleidoscopio-madrileo-i.html.

También el pintor norteamericano mira con cariño a estos duendecillos neoyorkinos. Él mismo fue un niño golpeado por la diáspora económica, que le obligó a emigrar a los Estados Unidos. Pero Brown nos deja alguna señal inquietante; sin llegar al extremo de M.Scorsesse en Gangs of New York. Amplíen el cuadro y a ver si son capaces de encontrarla. En el fondo es una denuncia de lo duras que eran las condiciones de los niños y niñas que estaban en la calle; en el Five Points retratado por Scorsesse. A mi Brown me emociona porque descubre la luz en los hijos de los pobres, en los desheredados, en los huérfanos.

No había tenido ocasión de ver el Thyssen completo (incluyendo la colección Carmen Thyssen). Hoy tan criticada Dª Carmen en la polémica sobre el urbanismo del eje Prado-Recoletos; sin duda gracias a su ascendiente sobre su difunto cónyuge, tenemos verdaderos prodigios en el polígono cultural más importante del mundo en cuanto a pintura.

Esta colección, al margen de verderas joyas singulares, tiene una especial virtud pedagógica; porque empieza con los primitivos italianos y termina con lo contemporáneo. ¡Esta mujer ha hecho más por Madrid, que cien Gallardones juntos!.

¡Pero qué rápido pasa el tiempo; y yo sin comer y sin comprar!

He decidido darme un homenaje. Voy a comer a Casa Lhardy. Es mi intención dar buena cuenta de un cocido madrileño como está mandado. Me dice uno de los porteros: Caballero, en estas fechas...hay que reservar con tres días de antelación.

¡Ándele, ándele, ándele! (pienso para mí).

Como premio de consolación entro en la tienda donde disponen de un ambigú para que los clientes puedan degustar las delicias de este establecimiento. Como hace frío me voy al samovar relleno de consomé de caldo de ave (¡Ay, mi cocido!); abro el grifo y me despacho una taza caliente que me sabe a gloria. Entro en calor y me sirvo otra. Pido un emparedado de bonito, cojo un volován relleno de ternera y dos croquetas de pollo. ¡Pero qué bien!. Sólo me ha faltado una copita de Oporto; pero no me apetecía después de tanto líquido. Me dirijo a caja e informo de mi breve pitanza. En este local tienen por cortés norma, dejar a los clientes libertad para andar enredando un poco a su aire. Viendo el local y mi abrigo, estoy como en casa; y recuerdo los años en que con los amigos del Colegio Mayor íbamos al Teatro Real y después nos tomábamos un caldito en este santo lugar secular.

¡Pero como cambia la vida con estas pequeñas cosas!

Debo ir a unos grandes almacenes a comprarme una chaqueta y una bata de estar por casa, que aquí en la Capital tienen más surtido. La chica de la lencería un encanto. No me gusta que me atiendan empleados masculinos en este tema, son demasiado ceremoniosos para algo tan trivial, y me resultan insufribles. Por contra a la hora de comprarme la chaqueta el que me tiene que atender ha de ser del sexo masculino; la pomposidad viene aquí bien; al fin y al cabo es una prenda que se ha de lucir en la calle y no se va a recluir como la lencería en el santa santorum del hogar.

¡Tal vez no se lo crean; pero en Almería no tenemos El Corte Inglés! .¡Y, creánme, está en el debate político local esta cuestión!.

Salgo a la Puerta del Sol. Me impone la visión de un joven manco de ambos brazos a la altura de los mismos hombros; va vestido con una simple camisa de nylon sin mangas de color negro ceñida al torso, que permite observar plenamente el alcance de su simétrica amputación. Con sus dientes sostiene, y a la vez menea, un gran vaso de plástico de los que se utilizan para los botellones; donde bailan al movimiento las monedas depositadas. Es un mantra metálico. Ya digo; me impresiona. Otro joven que por su fisonomía parece salido de un cuadro de El Greco, se acerca y deposita un nuevo óbolo; momento en que deja de bascularse el recipiente para permitir la dádiva fraterna.

Me voy algo apenado.

Termino esta breve excursión del día de hoy, y pienso todo lo acontecido desde que observé la extraña figura del radiador a modo de protuberancia de uno de los tabiques de mi habitación .

¡Me sigue pareciendo raro que un radiador salga de la pared!

18 comentarios:

animalpolítico dijo...

1. ¿De dónde quieres que salga si no es de la pared?

2. En Salamanca ya se venden pisos junto al futuro........................junto al futuro...................Corte Inglés...

3. Willendorf, es Willendorf...

Me encanta ese costumbrismo.

Un abrazo

Donna Angelicata dijo...

Sr. Dardo, es usted un mago del humor, adoro leerle. Me recuerda inevitablemente al gran Dickens y sus novelas divertidamente costumbristas. Gracias.

(Consejo: Cuando venga por Valencia, le aconsejo hospedarse en el hotel en el que trabajo -le adelanto que aquí si exprimimos las naranjas -exquisitas, como valencianas que son- y que las habitaciones no tienen radiador protuberante, o eso creo).

Blanca dijo...

Madrid es la "corte de los milagros", querido dardo... a mi me cuesta un horror pasar por su vida con orejeras para no mirar la cantidad de miseria que, si la atiendes, te desborda.

Cuando se sube al metro debes llevar calderilla para dar un pequeño óbolo a la cantidad de músicos, algunos estupendos, que pululan por todas partes... y a veces tienes que parecer indiferente, porque no ganarías bastante para dar limosna a todos los que piden...

Esto no se ve tanto "en provincias", pero en Madrid parece muchas veces que no has salido de principios del siglo pasado.

Otra cosa bastante insoportable es la cantidad de "listillos" por metro cuadrado que tienes que aguantar al cabo del día, en forma de colas inexistentes, coches que te adelantan por la derecha, bocinazos insoportables, caras de mala uva, prisas, prisas y más prisas... yo, si puedo, no salgo de mi pueblo más que para trabajar... y eso porque no me queda más remedio...

Y lo de Lhardy me ha dejado impresionada... una vez quise yo también comer huevos rotos en Botín... y me quedé con las ganas por lo mismo... hay que pedir hora con mucha antelación... la próxima vez que vengas a Madrid, acércate por un a parrilla argentina, en la calle Ventura de la Vega, y sabrás lo que es comer un bife de chorizo como dios manda, antecedido por una provoleta a la parrilla como para desmayarse...

Dardo dijo...

Amigo Animal; quítate ese "marco" de sufriente del clima continental, que ve como algo normal esa espiral horrenda estéticamente.

Vamos a ver: los mediterráneos (y sobretodo al Sur) no solemos ver ese artilugio ni en nuestras casas, ni en hoteles. Es una sensación parecida a utilizar chubasquero en verano en Oviedo; y comprobar que no existe aire acondicionado en los hoteles y que por contra te proporcionan en pleno estío una manta. Y, claro, el sempiterno radiador.

¿No tenéis Corte Inglés los charros?. Me consuelo entonces. Y me encanta que te encante lo costumbrista. Todo un honor viniendo de ti.Un abrazo.

Donníssima. Es Vd. la que me contagió esa vena humorística con aquellas inolvidables tostadas de chocolate fundido restregadas por delante de un diabético.

Gracias por lo de la hospedería valenciana. Seguro que el zumo es al instante. Pero lo voy a contar algo para que se ría. Mi madre que le pilló el estallido de 1936 allí en Valencia city, estando temporalmente con su padre de negocios, me cuenta que los mozos y las mozas eran la mar de resalados; y porque ella ya tenía novio en Almería (mi futuro padre); sino yo tal vez desayunara hoy horchata. Tal vez le cuente un día como hizo mi abuelo (que era muy inteligente y sagaz) para poder bajar de Valencia a Almería en pleno estadillo de la guerra. Sólo le digo que lo escoltaron dos milicianos dándole prioridad para su salida.

Blanca querida. Que verdad es esa de la corte de los milagros. Abundan esas escenas que te desbordan. Es verdad. Fíjate que aquí con todad la inmigración poco cualificada que hay (en la agricultura intensiva) no he visto tanto y acumulado en un mismo día. Gracias por el consejo argentino. Sin duda son unos artistas en cuanto a la carne; y por cierto los vinos de Mendoza no tienen nada que envidiar a los nuestros de Rioja. Un abrazo.

Sigurd dijo...

Sus crónicas desde la Villa son humanas, y están maravillosamente escritas. Espero que no hayan terminado todavía.

Comienzo a comprender la percepción que se debía tener de las novelas en la época de Galdós, cuando se escribían por suscripción y entregas. Supongo que uno siempre se preguntaría, respecto al final de la obra, ¿y cuánto queda?. Y otro siempre se contestaría, pues según las necesidades económicas del autor, claro (que en los últimos días de Galdós no eran pocas).

Dardo dijo...

¡Ay, amigo Sigurd!. Siento decirle que la excursión matritense constaba sólo de dos entregas: la correspondiente a la tarde del viernes y la relativa a la mañana del sábado.

Me lo había tomado esto como un divertimento. Intentaré hacer otros experimentos.

A mí Vd. no me la da con queso; sí, sí, mucha alabanza; pero así como el que no quiere la cosa me ha acusado de folletinesco y alentador de culebrones por entregas. ¡Se lo tendré en cuenta!. Ja,ja..... Y yo para esto de la contabilidad de "agravios" guardo una agenda.

Sigurd dijo...

Me destroza usted al decirme que se ha terminado la obra ... La sensación es rara, como comenzar a aplaudir como un descosido y gritar "bravo, hurra, olé", no al final de la obra de teatro, sino cuando uno ya ha salido de éste y se está metiendo en la cama. ¡El susto que se llevaría la parienta!

Freia dijo...

Un hombre sin desayunar es un mamífero extremadamente vulnerable

Con gusto te habría robado la frase pero, como creo en los derecho de autor, te pido permiso para usarla. Es de lo mejorcito que he oído en mucho tiempo y, desde luego, me describe a la perfección.
Tenía ganas de sentarme y comentar tu entrada. La leí hace tres días y decidí hacer trabajo de campo, siguiendo tu ruta.
Una de las múltiples ventajas de hacerse "Amigo" de los museos es que, amén de desgravarte un 25% de la cuota en la declaración de la renta y ahorrarte un 10% en catálogos, es que te libras de hacer colas (y las de los museos de Madrid están empezando a ser dignas del Guinness. Con éstas, me fui ayer a examinar despacio el cuadro de J.George Brown. Por cierto, gracias por el dato de Liszt (entré al Thyssen con otro ánimo). No suelo visitar mucho la colección de doña Carmen estando la del marido, tengo que confesarlo y nunca me había detenido delante de "Una clientela dura" el tiempo suficiente para verlo despacito. Después, al meterme en el metro, vi a una pareja, quizá portuguesa o rumana, pidiendo por los vagones. Nos hemos vuelto tan duros que no hacemos ni caso. Pero esta vez era distinto. Los dos tenían más de 65 años y él tocaba el acordeón; ella, la pandereta. La canción era lo de menos. Lo cierto es que el sentimiento que me inspiraron fue compasión, en el sentido más estricto del término,también en el más noble. Nadie va cargando con un instrumento tan pesado a esa edad, por los vagones, pasando frío en la calle, si no tiene mucha necesidad de comer. Y me vino a la cabeza la florista y los pilluelos de tu artículo y el frío que hace en Madrid otra vez. Les di una moneda, supongo que más para acallar mi conciencia que para otra cosa y no fui capaz de terminar mis deberes y mira que una hora antes me apetecía. Dejaré para la próxima semana el consomé, el hojaldre y el Madeira de Lhardy. Al fin y al cabo había desayunado bien por la mañana. Eso sí, la próxima Mistela con emparedado, se la dedico.
P.D. En mi casa, los radiadores también salen de la pared.
Un abrazo,

J. G Centeno dijo...

La cuestión está mal planteada, el verdadero dilema consiste en saber para que sirve una pared sin radiador, a no ser que sea la contiene la puerta. Hay arquitectos, que han decidido no hacer tabiques que no lleven incorporado el correspondiente radiador, de ahí viene la moda de los loft. Una vez manifestada la importancia del radiador, debería aclararle que uno de los lugares donde un servidor de vuesa merced ha pasado más frío ha sido precisamente en Valencia, y ni siquiera era invierno, estaba acabando el otoño, y una noche hizo frio, pero frio de verdad, de ese que parece que nunca hace en el mediterráneo, pero que esa noche lució en todo su esplendor. La habitación del hotel no tenía radiador, porque el hotel no tenía calefacción, además la manta que cubría la cama era como de papel de fumar, y las sábanas parecían mojadas ¡Como añoré ese frío intenso, cortante, pero seco, de mi querida meseta!

Dardo dijo...

Antes que nada; perdonénme por la tardanza ajena a mi voluntad.

En medicina se habla de la "hipótesis de la higiene" para referir que: el extremar las medidas profilácticas conlleva paradójicamente debilitar nuestro sistema inmunitario.

No; no se alerten. El aquejado ha sido mi ordenador de casa, que se ha quedado sin poder navegar, debido a la potencia del antivirus o a una modificación de seguridad on line de Microsoft.

Amiga Freia; puedes coger y utilizar cuanto se te antoje de este blog. ¡¿Cómo podría negarle cualquier cosa a la transmigrada alma de la Condesa de Vilches?!.

Y que conste que no creo en la metempsicosis. Pero en la escalera de perfección que tienen que recorrer las almas hasta su nirvana, está claro que Freia es un hito superior en esa diáspora espiritual.

Te confieso amiga que yo, particularmente, soy un fundamentalista de los desayunos. En el fondo le doy la razón a los ingleses. Es la comida más importante del día. Aunque prefiero el guijuelo a las alubias con tomate (son alarmantemente extravagantes en las comidas).

Ni te cuento como disfruto con los buffet de desayuno en los hoteles. El último me zampé por este orden: un café con leche, un plato de melón con sandía, otro café con leche, requesón con miel; otro café con leche y croissant que como me pareció algo viudo, lo tuve que maridar con dos rodajas de salami. ¡Yo creo que en mis genes deben de estar marcados la ansiedad de una atávica hambruna padecida por mis ancestros!. Ya sabes, mi aristocrática reencarnada, uno es, pese a su fina capa de barniz ilustrado, en el fondo un siervo de la gleba.

No sabes que honrado estoy por haber motivado tu interés, amiga. Y sobretodo celebro con satisfacción esa ilusión tan entrañable que has puesto. Al menos he contagiado mi interés a alguien.

¿O sea que te ha motivado el dato de Liszt tocando en los salones del Palacio de Villanueva?. Esta información se la leí a don Benigno Pendás, en su día Director General de Bellas Artes.

No sé si has observado algo inquietante, al decir de la crítica del cuadro. Es el anillo de oro que porta la niña en uno de sus dedos. En ese entorno de pobreza; ¿una señal de....corrupción....?.

Entiendo perfectamente la escena que me relatas. Es que nos sobrecoge la pobreza; sobre todo en medio de la opulencia y la pujanza de nuestras prósperas sociedades que la hacen más inmoral. Yo también me siento impotente y francamente, no sé que hacer.

Un abrazo. ¡¡Tengamos cuidado con don Bolche!!. Me creo que después de esto nos va a calificar de incorregiblemente pequeñoburgueses.

¡Ay, don Javier!. Si le tengo que dar algo de razón. El frío húmedo de la costa se siente más aunque en el termómetro sea menos crudo; pero sólo son unos días. Pero aquí ya nos hemos acostumbrado. Saludos.

SPOOK dijo...

Su anécdota en Lhardy me recuerda una cita del libro “Del bienestar a la justicia” que a su vez cita de Fromm ”la mesa no está puesta para todos”.(el autor José Antonio Pérez Tapias).

El Madrid que describe con su excelente capacidad observadora es un resumen de lo más infame de la actual sociedad globalizada.
- nadie debe quejarse, la lotería nos iguala en oportunidades aunque sólo uno se lleve el premio.
- necesitamos productos y compramos emociones.
- la fraternidad se puede disfrutar con una moneda en un vaso de plástico

Pero también nos recuerda que hay un futuro
- el futuro de la sociedad está en las “criaturas”que genere interculturalidad.
Todo esto y…
- la denuncia del arte.
Son los artistas con su especial sensibilidad los que mejor captan la realidad.
En el cuadro hay alegría y por ello hay esperanza.

Freia dijo...

Dardo, ¡qué delicia leerte!, se me aligera el ánimo.
Cada vez estoy más contenta de haber transmigrado al cuerpo de esta condesita. Desde que lo he hecho me dicen unas cosas preciosas. Sin embargo, en este camino de perfección no descarto, para próximas ocasiones, reencarnarme en La Gran Odalisca de Ingres, la amada Elisabeth de Tannhäuser, la Sibila de Velázquez (la de Dallas; así viajo) o (sin que mi elección pudiera herir susceptibilidades religiosas; no lo quiero ni deseo) en alguna Madonna de Bellini. Todo se andará.

THYSSEN

Sí que reparé en el anillo. Al principio uno prefiere pensar que es herencia de una madre muerta o algo por el estilo, pero mucho me temo que la realidad era un poquito más dura: probablemente como dice Maddox en la página web del museo, se trate de la recompensa de algún carterista, como pago a la complicidad de la pequeña, o lo que es peor: puede que hasta resulte ser la generosa dádiva de un benefactor espléndido. Me temo que los tiros van más bien por ahí. Lamento no coincidir con elohim: para mí el cuadro no es alegre, en absoluto. La cara de la florista más bien refleja otras emociones.

DESAYUNOS

Ja, ja. Tienes unos curiosos hábitos alimentarios, asombrosamente parecidos a los del compañero de Gurb. Me quedo con lo del croissant con salami, mojado en café con leche.
Cuando vamos de hoteles, me levanto una hora antes para disfrutar de mi desayuno en buffet. Más modosa que tú en las mezclas [ya sabes que Montesquieu afirmó que la moderación es el alma de la aristocracia (Pendás dixit)], pero igualmente poco frugal en los resultados.

BOLCHE

Je,je. Lleva ya años llamándome pequeñoburguesa, porque tenía tata de pequeña y lectrice, de adolescente (aunque se guarda mucho de añadir que era en un instituto público).
No te cuento, cuando se enteró de que en mi casa había discoteca. Lo tengo asumido.
Te dejo. Voy a mi blog a tener una charla sobre Cicerón y Salustio.
P.D. Mi marido se apunta a lo de
extremadamente vulnerable

Freia dijo...

Repito enlace:

discoteca

Dardo dijo...

Está claro Elohim que no pierde Vd. la ocasión de llevar el agua a su justo molino. Sí, indudablemente, un bienestar que no es compartido por todos es un bienestar injusto. Sí, es cierto, todos debemos podernos sentar a la mesa y cubrir los parámetros de una vida digna.

¡Caramba, lo que le ha dado que pensar la simple circunstancia de estar el aforo completo en un restaurante!.

Pero es un auténtico reto lo que pone como digna meta social. Y, sinceramente, en las sociedades occidentales del bienestar es donde la infamia, aunque el contraste con países donde todos son pobres sea más lacerante en términos subjetivos, es, ya digo, donde se ha progresado más en términos de igualación social sin comprometer la libertad que es un motor extraordinario de innovación y avances; y un requisito fundamental precisamente para el diálogo intercultural y evitar la "uniformidad".

Le confieso que me he sentido molesto (no con Vd., sino con lo que apunta) por esa especie de catalogación que hace del homo sapiens como homo consumens; donde parece que ahora se centra Vd. en el ocio de la sociedad del bienestar como el nuevo opiáceo social.

Me reconforta, como viene siendo habitual en Vd., esa optimista esperanza; de la que yo tengo mucho que aprender.

Freia, amiga, que quieres que te diga; me encanta la condesita de Vilches retratada por Federico Madrazo. Su cara; en fin, todo el cuadro es un destello de luz. ¿Y es tan "charmantement français"?.

Prefiero la pureza de Elizabeth que salva a Tannahaüser de la esclavitud de la lujuria; que esa Gran Odalisca que es la Venus de la perdición del poeta. Y en fin, lo de la Madonna: ¿cómo va a ofender?. En modo alguno.

Freia; nuestro Elohim tiene una gran sensibilidad social que va pareja a una esperanza optimista de redención secular del género humano. La verdad es que Brown traza unas caritas idealizadas; porque ve con cariño y solidaridad a esos niños; es verdad que cambia el trazo con la cara de la florista y el detalle del anillo de oro. Yo en el cuadro he visto una mirada de ternura a los protagonistas; donde los niños miran alegres en medio de su indigencia . Y es esta capacidad de sobreponerse lo que da ánimos de solución futura.

Me has dejado un poco tocado con eso de que parezco un extraterrestre desayunando. Como soy terrestre, lo dejo en extra...vagante.

Sí, sí, la moderación es aristocrática. Claro; ellos llevan en los genes no haber padecido hambrunas. ¡Vaya con con la Condesita!.

El relato de la discoteca me ha dejado algo consternado. Es que yo, como Bradomín, soy católico, feo y sentimental.

¿Con que tú marido pertenece también a lo extraterrestre?. ¡Si es que está esta Tierra llena de lunáticos!.

Saludos cordiales.

M dijo...

Es cierto que el frio pega fuerte por Gran Via, supongo que si duermes en el suelo al abrigo del Palacio de la Música, mucho más.

Pero ese aire, nos hace libres... A mí, me sienta bien la copa en el Museo Chicote, perderme por Fuencarral, cruzarme con dos anónimos que tararean las canciones de su ipod...

Y saber que vuelvo a casa despues.

B x C

Dardo dijo...

¡Ay, Hilda, es Vd. a la par tan diletante y rutilante!.

Pero la voy a denunciar a la SGAE porque tiene la reprensible costumbre de no acompañar a las selectas imágenes de su Galería su identificación y autoría.

¡Total como luego vuelve Vd. a su casa, Sra. mía; qué más da que la sancionen!.

Saludos Sra. Marquesa Viuda; de un vasallo de su Galería.

Este salón mío se parece cada día más a esas reuniones de provincias retratadas por Honorato de Balzac. Sólo me falta un deán catedralicio; pues ya tengo una Condesa, una Marquesa, varios revolucionrios, varios conservadores y algún que otro masón.

Cósimo dijo...

El Thyssen, todo él, tiene una colección breve pero exquisita, quizá mejor que la del Prado, aunque el Prado, es el Prado, claro... por cierto ¿le ha sentado bien a la gran pinacoteca la ampliación?.

¿La "chicha" de la lencería?, querido amigo, ¿no le habrá traicionado a usted el subconsciente?

Muy interesante su blog

Dardo dijo...

Cósimo; la ampliación en sí es todo un prodigio arquitectónico sencillo y elegante. El cómo se ha solucionado el desnivel de conexión que hay entre el gran cajón adjunto a los Jernónimos y la parte trasera del edificio de Villanueva es toda una inteligente opción. Pero la nueva construcción misma que alberga el claustro jerónimo; no tengo palabras para esta explosiva sobriedad.

Corregida la errata "tipográfica" y no sé si inconsciente conforme Vd. me interroga. Gracias. Y honrado con su visita; sobre todo después de haber ojeado su aristocrático bosque. La verdad que entre tanta nobleza que últimamente frecuenta este humilde salón burgués ya me empiezo a sentir como un patán. Nuevamente gracias por su generosidad. Seguidamente paso a visitarle.