sábado, 14 de febrero de 2009

Poscristianismo. La deconstrucción hedonista de Onfray.

Fuente. Marcel Duchamp. 1917



He leído recientemente el ensayo de Michel Onfray titulado: La fuerza de existir. Manifiesto hedonista, que en España ha sido editado por Anagrama en febrero de 2.008.
Frente la historia del pensamiento dominante (platonismo, cristianismo, idealismo alemán) que tiene su piedra angular en el idealismo de Platón, opone el autor (o se reencuentra con) una corriente materialista. Fiel a esta postura comienza el ensayo con el relato de su infancia, porque es desde la materia de los hechos desde la que se construyen las Ideas. La inmanencia. La existencia genera la esencia. La vida proporciona la teoría; porque toda ontología supone la fisiología que la precede. Una contrafilosofía que desecha -al decir del autor- las construcciones conceptuales sublimes e inservibles y prefiere las modestas proposiciones filosóficas viables. El pensamiento no desciende del cielo, sino que surge del cuerpo (materia).
He de confesar que la lectura del prefacio, donde hace un autorretrato del niño que fue, me ha conmovido. Comienza con una frase: fallecí a la edad de diez años... (es el momento en el que ingresa en un orfanato por deseo de sus padres). Una infancia marcada por una madre, en su día expósita, que no lo soporta y termina por recluirlo en ese orfanato de los padres salesianos. Una madre rechazada socialmente que rechaza a su hijo; una maltratada maltratadora. Y después la grandeza de un perdón compasivo a sus verdugos a los que tacha de marionetas ...Maduramos, en verdad, cuando ofrecemos a los que nos arrojaron a los perros, sin saber lo que hacían, un gesto de paz necesario para llevar una vida sin resentimientos.....
Desde aquí; desde el yo que vive -dentro de una época, con una familia, en un lugar, en un medio, con una educación...- surge la filosofía; que es a modo de una egodicea. Todo discurso filosófico proviene de una justificación de sí. Algo que niega la tradición filosófica dominante; es decir, que la razón brote como una flor a partir de la materia. Propone un sistema hedonista que no es una llamada a un trastorno histérico del goce, ni al consumismo grosero de lo sexual. Es un sistema porque propone una ética, una erótica, una estética, una epistemología y una metafísica.
El profesor Onfray nos señala que ésta, nuestra época actual, es un período intermedio caracterizado por el nihilismo. En esto consiste por ahora el poscristianismo. Una época sin cartografía, donde no hay brújulas. Aunque advierte que la descristianización es aparente y formal. Subsiste la episteme judeocristiana; de suerte que el laicismo combatió los significantes pero adoptó los significados. Europa fue cristiana y lo sigue siendo por costumbre. Es una moribunda que desconoce su propia agonía. Por otra parte el nihilismo de hecho no es nuevo. Es el sabor de la decadencia. En el bajo imperio romano se dió este choque entre la episteme pagana grecorromana y los primeros tiempos de lo judeocristiano.
El filósofo Onfray propone una salida: hacer un inventario de lo que hay para construir una civilización nueva. Su receta: descristianizar aprendiendo de lo precristiano no platónico. Su alternativa: un ateísmo poscristiano. ¿Qué significa esto?. Un ateísmo que niega la existencia Dios y asímismo también el contenido de lo judeocristiano. Se trata de salir de verdad de este marco epistemológico. Dios ha muerto y por tanto no valen los valores neotestamentarios asociados. Propone frente a la ética del héroe o del santo, la ética del sabio. Una ética que no es dada, sino construída. Que proviene del cuerpo y no del alma; pues sólo existe el primero. La clave, como siempre, la educación. Frente a una moral universal, eterna y transcendente; una ética particular, temporal e inmanente fruto de una interacción entre individuo y sociedad. La educación (el adiestramiento neuronal) permite superar la etología (la ley de la selva) en ética.
Se pregunta ¿cuál es la finalidad del adiestramiento neuronal (educación)?: la erradicación del animal y el nacimiento del hombre. En síntesis: el fin de la guerra; la supresión de nuestro substrato de mamíferos. Y esto a través de un contrato social. Frente al mandato de amar al prójimo una ética aristocrática y selectiva que se pregunta ¿por qué hemos de amar a un prójimo abominable, a un verdugo de Auschwitz por ejemplo?. Frente a esa moral inhumana (moral para los dioses) propone esta ética aristocrática y selectiva; que es práctica y no teórica, dinámica (basada en los casos concretos) y no estática. Un contenido inicial en la propuesta hedonista: la cortesía. Mediante ella vemos al prójimo. Lo descortés es el mundo salvaje. Un ejemplo: el cortejo cortés constituye lo erótico. Lo erótico frente a la brutalidad sexual de nuestro cerebro de reptil. Una vez más se trata de superar la etología por la ética.
Combate el ideal ascético porque entiende que se construye desde una mitología de la falta (el que los hombres y las mujeres provienen de una unidad primitiva castigada por los dioses). ¿Cuáles son las razones del ascetismo?. En primer lugar; la fuerza antisocial que tiene a priori todo deseo. Una segunda razón; la voluntad salvaje de reducir a la nada la increíble potencia de lo femenino. Frente a esto, una libido libertaria que elimine la miseria sexual y separe amor, sexo y procreación. Donde se considera el aborto como un avance.
El idealismo en la relación amorosa se basa en el esquema nada, todo, nada. Dos seres que no se conocen (nada), son todo en su entrega , y a la postre con el transcurso del tiempo y de la realidad, nada. Frente a esto, el esquema nada, más, mucho. Dos seres que se construyen poco a poco. En este eros liviano caben las combinaciones lúdicas (un nuevo falansterio).
En esta tarea deconstructiva nos puede servir de ejemplo lo acontecido en la historia del arte. El urinario convertido en fuente de Marcel Duchamp supone la deteologización del arte. Niezstche mató a Dios y Marcel Duchamp dió un golpe de estado estético.
Propone como solución una filosofía utilitarista y pragmática.
Sin duda estamos ante una oferta audaz que propone una salida en este período intermedio. Esto en sí es muy valioso. Aunque luego desprecia, como ateo, a todas las religiones. Califica lo cristiano como pamplinas. Su contrato hedonista permitiría por ejemplo -si yo lo interpreto bien- el acuerdo lúdico que llevó al canibal de Rotemburgo a merendarse a su amante; puesto que admite el suicidio y el libre contrato entre adultos dentro del mutuo consentimiento, donde los límites son fijados por ellos mismos . ¿Cómo entonces podríamos oponernos al designio macabro de una orgía caníbal desde esta propuesta ética?. La lectura del ensayo me produce en ocasiones vértigo.
¿A qué se parece nuestra época?: a la mala cara del día después de la fiesta. La destrucción de Mayo del 68 fue un trabajo inacabado -dice Onfray- porque no se profundizó en construir sobre el solar destruído. En eso estoy completamente de acuerdo.

2 comentarios:

Dardo dijo...

Se han rechazado cuatro comentarios sobre esta entrada. Esto me desagrada, porque intento ser cortés con las gentes. Me gusta la discusión sincera; y estoy dispuesto a aceptar todas las críticas y a rectificar mis errores. Y todo esto pese a que estamos en un blog que como tal (como cualesquiera blogs) tiene una naturaleza personalísima; o sea, es sobretodo un espacio personal donde su titular ejerce todo su señorío; de tal manera que como propietario tengo extensísimas facultades (usque ad sidera, usque ad inferos; utendi et abutendi). Traduzco esto último que son calificativos de la propiedad según el derecho privado romano: el derecho sobre los contenidos de mi blog no tiene frontera ya que tal derecho se desarrolla en un plano vertical casi "infinito": entre los infiernos y las estrellas; además de esto, tal derecho es para mi uso y abuso. ¡¡¿¿Queda claro Elohim??!!. No acepto descalificativos, ni mezquidades miserables.

Viene todo esto a cuenta de la jactancia con que se permiten algunos criticar el comentario sobre un libro que ni siquiera han leído. Pues no cabe pensar otra cosa a la vista de tanto prejuicio infundado y despreciativo. Al menos el librito de Onfray me ha servido a mí entre otras cosas para: 1º) no desfallecer en la cortesía; 2º) reelaborar un tratamiento del "amor al prójimo" absoluto (propio de lo judeocristiano) y en consecuencia declarar "delincuentes relacionales" a los que crean displacer; 3º) elaborar una respuesta contra los "delincuentes relacionales" (expresión literal de Onfray) consistente en su evitación. Para que Vds. lo comprendan: Soy cortés; me ponen enfermo los aires despreciativos; en consecuencia los evito (los rechazo y quedan fuera de mi espacio personal, mientras yo pueda).

Mi lectura del libro comentado se ha abordado sin aparentes prejuicios (no digo que no los pueda tener inconscientemente). No tengo animadversión al autor. Valoro el que en esta época que él mismo califica de desierto de valores, aborde la tarea de intentar dar contenido a una ética. Esto le honra. Sin duda es más honrado que los que aceptan en teoría valores que luego no practican o los que engañan a los demás diciendo seguir valores que ni por asomo están dispuestos a aplicar. Es más, la lectura del prefacio de la obra (relativo a la autobiografía de la adolescencia del autor) me ha conmovido.

Me creo que lo que ha dolido es la imagen del ready-made del urinario/fuente de M.Duchamp para ilustrar la tarea deconstructiva. Pero es que estoy siendo fiel al pensamiento de Onfray; porque si se tuviera la humildad de leer su librito, antes de lanzar improperios infundados, se vería que la revolución artística de ready-made (el golpe de estado estético de Duchamp) le sirve a Onfray para ejemplicar su tarea de una nueva ética que vaya más allá de los erradicar los significantes y deseche los signifcados de la episteme judeocristiana. Onfray aboga por un nuevo formateado de nuestra mente a través de un nuevo conductismo: el aprendizaje neuronal.

Supongo que también habrá dolido el ejemplo del contrato caníbal. Para nada llego a pensar que el Sr. Onfray pueda albergar simpatía sobre tal degeneración y depravación abismal. Pero en su "erótica solar" (léase el libro, léaselo) señala que no existen límites cuando se da un libre consentimiento entre adultos. Se trata siempre de no hacerse daño, de tener libertad siempre que no haga daño a tercero; pero si este tercero lo entiende como placer no habrá entonces límite. Es más el mismo derecho al suicidio es planteado en términos absolutos. Pues bien; si combinamos este mutuo acuerdo como máxima en un contrato placentero y lo asociamos al derecho al suicidio, entonces tenemos francamente instalado entre nosotros el contrato caníbal: algo parecido planteó la defensa en el caso de Rotemburgo.

Insisto. El ensayo de Onfray es digno de leerse. Es valioso y también audaz; esta audacia es lo que hace que lleguemos a estas conclusiones. Si quieren ver lo que es audacia; profundicen en us posición en materiía de biotecnología.

J. G Centeno dijo...

¡Jesús, María y José! Cuando usted se pone, se pone. Todavía estoy rumiando su interesante entrada, de manera que no me siento con fuerzas para responderle, y menos en un terreno en el que me domina jodío. Pero le amenazo, menudo soy yo, con un serial sobre la Teoría de la Relatividad que le va a epatar, aunque no tanto como me he quedado yo con su entrada. ¡No suba el nivel, que no llegamos!