En el blog http://bloggerenuncubo.blogspot.com/2007/11/costumbres.html se produjo una interesante y agradable tertulia entre dos amigos, pero desgraciadamente llegué a destiempo; no obstante puse un granito de arena.
Una de ellos me ha preguntado mi opinión (supongo que singularmente como católico y en general desde un punto de vista crítico) sobre la llamada infalibilidad del Papa.
Intentaré, con cierta osadía, adentrarme en un tema delicado y polémico y procurar algo de luz.
Uno de los resultados del Concilio Vaticano I fue la constitución dogmática Pastor Aeternus (1870) referida a la cuestión de la Iglesia de Cristo.
Decir antes que nada, de modo general, que el fenómeno cristiano en palabras del profesor Ratzinger no parte del individuo aislado, sino de la convicción de que no existe el individuo puro....(ya que procede de otros desde su misma concepción).... (ya que)...todo el hombre está profundamente marcado por su pertenencia a toda la humanidad.....El hombre es ..un ser que sólo puede existir si procede de otro.
Esta perspectiva conlleva observar como el mismo lenguaje humano es una consecuencia de la vida social; en definitiva, un don del grupo al individuo. Y a través del lenguaje llegamos a la vida espiritual que es otro don del grupo al ser humano; aquí es donde entra la Iglesia como un parte de este entramado colectivo histórico (de la historia de la humanidad).
Precisamente cuando se utiliza la expresión ser cristiano; si bien es verdad que en un primer momento evoca al individuo, su acepción principal es social. Y la contradicción es aparente; ya que el carisma (este don) va al individuo pero inserto en la historia, apelando a la transformación de la sociedad ( a la renovación de la historia). No se trata de una salvación en solitario desconectada de los demás.
Los brazos extendidos del Salvador en la Cruz pretenden abarcar a la Humanidad entera; que es una, sin distinciones de ninguna clase. Este gesto ha pasado a la liturgia aunque no siempre se sea consciente de su significado.Estos brazos extendidos del Crucificado son el símbolo del logos cristiano: pasar de ser para sí mismo, a ser para los demás. Dejar uno de girar entorno a sí mismo. La fe (seguir a la Cruz) no es una devoción privada; es existir para los otros. Lo mismo que el pueblo de Israel sale (éxodo) de Egipto; uno tiene que salir de uno mismo (otro éxodo).
Existen muy fundadas y amargas críticas del papel de la Iglesia en la historia (Lutero); esta rebelión tiene una parte de justicia. Pero quiero apuntar que la Iglesia es para los católicos el puente entre Dios y los hombres; como el mismo Jesús fue puente; y por eso se sentó en la mesa de los pecadores, queriéndolos atraer para salvarlos. Se mezcló con ellos.
La Iglesia al asumir este papel de puente (precisamente en la expresión Pontífice se evoca al hacedor de un puente) vive entre nosotros; vive entre el pecado y la santidad. En el credo se le denomina santa, pero hay que advertir que esto no significa que necesariamente sus miembros sean santos; pues esto supondría otorgarles una condición superior a su propio estado de hombres también llamados a salvarse. También en el credo apostólico se le denomina como católica evocando lo que es la unidad; que no necesariamente hay que concretar en la sede romana; porque la unidad es sobretodo en la palabra y en los sacramentos.
Hecho este exordio sobre el carácter social del cristianismo, paso ya directamente a intentar comentar la doxa sobre la cuestión; apoyándome en la misma constitución referida y en los comentaristas católicos.
Primera cuestión: ¿Por qué tiene que haber un Primado Apostólico?
Institución de la primacía apostólica: Según los evangelios el mismo Jesús ante las palabras del apóstol Pedro referidas a él: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo», le contestó: «Bendito eres tú, Simón Bar-Jonás. Porque ni la carne ni la sangre te ha revelado esto, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo te digo, tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del reino de los cielos, y todo lo que ates en la tierra será atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra será desatado en el cielo» (Mt 16,16-19).
El canon señala como anatema contradecir esto. Es Pedro el Primado apostólico.
Segunda cuestión: Aun admitiendo la primacía del bienaventurado Pedro, ¿donde estaría fundada la primacía de sus sucesores?.
Se entiende que al ser el mismo Pedro el fundador de la Sede romana y al consagrarla con su propia sangre; son los sucesores en esta Sede, los propios sucesores de Pedro. Algo confirmado en tiempos bien tempranos de la historia del cristianismo ( en la sesión III del Concilio de Efeso del año 431).
Tercera cuestión: ¿Qué clase de potestad es ésta?.
Se nos dice que es una plena y suprema potestas de jurisdicción; superior tanto en materia de fe y costumbres, como en lo que atañe a la misma organización; pero quiero resaltar algo muy importante y que a veces pasa inadvertido; y es que en la misma constitución dogmática se cuida mucho de que esta potestad desacredite las jurisdicciones episcopales (de los obispos). Lo que sí se cuida de dejar claro es que los Concilios no están por encima del propio Pontífice.
Cuarta cuestión: ¿Pero cómo podemos asumir que el magisterio del Romano Pontífice es infalible?.
Otra vez es necesario citar: «Yo he rogado por ti para que tu fe no falle; y cuando hayas regresado fortalece a tus hermanos» (Lc 22,32).
Por esto la doxa dice: El Romano Pontífice, cuando habla ex cathedra, esto es, cuando en el ejercicio de su oficio de pastor y maestro de todos los cristianos, en virtud de su suprema autoridad apostólica, define una doctrina de fe o costumbres como que debe ser sostenida por toda la Iglesia, posee, por la asistencia divina que le fue prometida en el bienaventurado Pedro, aquella infalibilidad de la que el divino Redentor quiso que gozara su Iglesia en la definición de la doctrina de fe y costumbres. Por esto, dichas definiciones del Romano Pontífice son en sí mismas, y no por el consentimiento de la Iglesia, irreformables.
Sobre esta cuarta cuestión se erige una crítica fundamental: ¿Cómo, demostrados Papas viles, viciosos y pecadores pueden ser infalibles en su magisterio apostólico?.
Los comentaristas católicos ponen el ejemplo mismo del Sumo Sacerdote saduceo Caifás; quién conspiró para lograr la condena y muerte de Jesús. Este es, en la tradición cristiana, un grandísimo pecador y sin embargo sus palabras: “Ni caéis en la cuenta que os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación’.(Juan 11, 50-51) son interpretadas como el don de la profecía que no le fue retirado por Dios.
El mismo Jesús da poder a todos los apostóles; incluido a Judas Iscariote que lo traicionó.
El mismo Pio IX explicó así el dogma:
"Esta suprema autoridad del Romano Pontífice, Venerables hermanos, no tiraniza, sino que ayuda; no destruye, sino que edifica y muchísimas veces confirma en la dignidad, une en la caridad, y fortalece y defiende los derechos de sus hermanos, esto es, de los obispos. Por esto, los que juzgan en la emoción del momento, sepan que el Señor no se haya en la agitación de las pasiones...Así pues, Dios ilumine los entendimientos y los corazones; y puesto que Él solo es quien obra grandes maravillas, ilumine los entendimientos y los corazones, para que todos puedan acercarse al seno del Padre, del indigno Vicario de Jesucristo en la tierra, que a todos ama, a todos honra y desea vivamente ser una sola cosa con ellos..."
Pero el dogma del magisterio infalible ha de darse en su calidad de pastor y doctor hablando a toda la Iglesia, en uso de su autoridad y como sentencia última. Y en uso de su autoridad quiere decir en cuestiones religiosas (no en asuntos políticos, médicos, físicos, económicos o científicos). Que sea infalible no significa que sea impecable su persona; ya que como he apuntado más arriba, la infalibilidad proviene de la propia doctrina (don del Espíritu que desciende en Pentecostés sobre los apóstoles).
21 comentarios:
Es sabido de todos -creo- que en la elección de un Papa priman los criterios básicamente políticos (de la política eclesiástica, me refiero), que alguien para llegar ahí ha tenido que hacer carrera política desde joven, con la misma ambición, los mismos apoyos poderosos... ¿quiere esto decir que dios "acepta" obedientemente y sin rechistar a la persona elegida por la política de los hombres y le concede su don?
...
(Buenos días, a todo esto, se nota que voy con un poco de prisa, que ni siquiera saludo)
Amiga Leg; sí: definitivamente la elección del Romano Pontífice es un asunto del mundo; pero el don (carisma) del que hablan y hablamos los católicos lo deben (lo debemos) entender como algo que no es de este mundo; aun cuando opere en él.
Insisto que es una asunto de fe; como tal, incomprensible por quienes niegan el mismo hecho de creer más allá de lo visible; fuera del cliché mental del pensamiento científico-natural.
Claro que Dios deja libertad a los hombres para que hagan y deshagan. ¿Si no existiera esta libertad; cómo iba a ser si no juzgada nuestra moralidad entendida como respuesta al logos cristiano?. Es más; la historia nos demuestra que ha habido Papas pecadores y ciertamente no merecedores de esa dignidad. El mismísimo Pedro negó al Salvador tres veces; pues no tuvo en este momento el valor de ser testigo (mártir); su debilidad humana le traicionó; y sin embargo lo instituyó (Mt 16,16-19): pudiendo atar y desatar porque tiene las llaves del reino de los cielos; y por eso el mismo Jesús ruega al Padre para que la fe de Pedro no desfallezca y confirme a sus hermanos (Lc.22,32).
Esto va en contra de un valor fuertemente asumido en nuestro contexto desde la rebelión luterana (siglo XVI), que no es otro que el del libre examen.
Insisto en que es un dogma católico; que no tiene que afectar a los ajenos a esta cosmovisión.
Saludos cordiales Leg.
Excelente exordio. Es tan magnífico que justifica la miseria del tema tratado.
Entienda que la valoración de miserable no es a su correcta y documentada explicación, sino al escaso valor de las cuestiones tratadas.
En consecuencia no voy a comentar esa frivolidad de la “infalibidad”, pero si deseo hacerle saber mi total acuerdo con el espíritu de sus primeros párrafos.
Eso de que la vida espiritual es un don del grupo al individuo es una versión que su jefe - de profesión represor de la libertad intelectual- tiene MUY perseguido entre los autores católicos actuales.
Y eso de que el carisma va asociado a la renovación de la historia puede suponerle la inhabilitación para la enseñanza.
En resumen, mi enhorabuena por su comentario. Claro, valiente, sin equívocos a favor del humanismo solidario y contra el individualismo personalista.
¡ Gracias por su honestidad intelectual¡
El tema tratado -ciertamente poco atractativo para la mayoría y para estos tiempos- es a raíz de una discusión más interesante y una entrada mejor del referido blog, que se cuestionaba no sin cierta razón, el que España mayoritariamente fuera considerada en propiedad católica, visto el comportamiento de la mayoría de los que se dicen o nos decimos católicos; en realidad no muy diferente del contexto de estos tiempos.
Tuve la ocasión de decir que alrededor del tema iban a afluir otras cuestiones. Y así pasó, que se me interpeló directamente también sobre el referido dogma que comprendo que Vd. desdeñe y califique de frivolidad. Tal vez haya sido un desliz mío entrar donde no debiera haber entrado.
Me es imposible pretender que entre a discutirlo porque tengo claro que Vd. niega la mayor. Créame que le comprendo sobretodo a Vd. en esta cuestión y hasta lo podría justificar; máxime existiendo controversia dentro del propio catolicismo y no digamos en las demás confesiones cristianas.
Por lo demás, sinceramente, no creo que me desvíe; aunque le reconozco que este es un tema resbaladizo. Yo sólo he insistido en que el hombre es un animal social y que se debe a sus semejantes y que debe cambiar o hacer el intento de cambiar la injusticia. No he ido más allá.
En fin; agradecido de tenerle por aquí y leer sus palabras siempre sugerentes
¿Un tema resbaladizo? Pues fijemos criterios.
Para saber si Vd. se devía o no es necesario conocer previamente su destino.
Obviamente su discurso no está en la senda de una institución jerarquizada donde el jefe infalible dicta la única verdad eterna sin concurso ni respeto por la opinión del cuerpo social. Incluso en contra de dicha opinión en numerosas ocasiones.
Y sus jefecillos pretenden extender su vicariada pseudo-potencialidad ex–cátedra a asuntos más prosaicos.
No es mi intención empujarle a ir donde no desee.
Símplemente desearía animarle, si fuera necesario, a seguir su destino junto al hombre “de a pié” (la humanidad entera). Rumbo opuesto de quien busca situarse en lugar de privilegio que le permita expoliar (de sus derechos materiales, políticos y espirituales) a los que considera inferiores.
En esta categoría deben incluirse no solamente la jerarquía católica, sino todas las jerarquías de arrogantes políticos, empresarios, financieros e intelectuales que para poder ver su talento necesitan el soporte de todos aquellos que en su sencillez tienen valor por si mismos.
Elohim; en la sociedad civil sucede en ocasiones que determinados órganos colegiados (por el ejemplo el Tribunal Constitucional en materia de interpretación de la ley fundamental) se encuentran en empate a la hora de zanjar una cuestión; y acontece que en estos casos es el voto del Presidente de dicho órgano colegiado el que dirime la controversia (por que su voto es de calidad; tiene un plus sobre los demás) y sienta la doctrina o doxa en esta materia.
Pongo adrede este caso porque me interesa señalar que no debemos de rasgarnos las vestiduras laicas, por el hecho de que en cuestiones de fe (no en otras insisto) y tras el expediente de haber convocado todo un concilio universal (ecuménico) donde se dan toda una serie de trabajos y debates se concluya con el voto decisivo del primado de ese colegio cardenalicio, que la fe cree sostenido por un carisma. Sí; ya sé que la comparación es forzada; pero me sirve para ilustrar que los dogmas son el resultado de un debate que necesariamente ha de llegar a una síntesis y que en virtud del carisma apuntado ha de resolverlo el primado que ha de decidir sobre la verdad de fe más aproximada a su criterio de entre las vertidas en el concilio. Es innegable que en lo más alto de la pirámide lo que se invoca es un criterio de autoridad última revestida de carismática. Pero incluso apartando este importante matiz no estaría muy alejado de la figura civil del arbitraje.
Le señalo todo esto para rebajar los apasionamientos que existen sobre esta cuestión.
Le insisto, además, que fuera del orden de la fe todo es criticable; es más, necesariamente criticable.
No crea que no valoro su radical independencia; eso es algo importante y saludable; y sobretodo honrado.
No se preocupe por empujar cuando su afán es la liberación del hombre de los sojuzgamientos odiosos; pero Vd. sabe mejor que yo que todo movimiento social u organización lleva en su seno una tendencia a la oligarquía.Porque para empezar es indispensable una dirigencia, desde luego, democrática. Dentro de esta tendencia oligárquica juega también un papel esencial la burocratización también inevitable a partir de un cierto grado de complicación de las sociedades de masas.
Sí, sin duda, junto al hombre de a pie y en oposición a los que pretenden expoliarlo.
Manifesté anteriormente escaso interés por el asunto de la infalibilidad.
¡Pero...compararlo con el arbitraje¡ Se está Vd. ganando la bula de excomunión.
Por lo demás prefiero releer su introducción inicial: “todo el hombre está profundamente marcado por su pertenencia a toda la humanidad.....El hombre es ..un ser que sólo puede existir si procede de otro” “la vida espiritual que es otro don del grupo al ser humano” “la Iglesia como un parte de este entramado colectivo histórico (de la historia de la humanidad)” “el carisma (este don) va al individuo pero inserto en la historia, apelando a la transformación de la sociedad ( a la renovación de la historia).”
Tenga presente, Elohim, que parte de esas palabras son del profesor de teología Joseph Ratzinger, actual Benedicto XVI, publicadas en Tubinga en 1968.
Sin leer por completo tu post, que es ya muy tarde y estoy que me caigo de sueño,... solo decirte que precísamente este verano tuve ua interesante conversación con nonpraevalebunt sobre sociedad, religión, iglesia e historia. Uno de los ejes de conversación fué el de la infalibilidad del papa y que la iglesia "no se contradice, no es incoherente", en cuanto a su doctrina (por ejemplo el paso a la obligatoriedad del celibato, que no siempre fué de obligado cumplimiento para los sacerdotes). Yo defendía que, precísamente por ese tipo de cambios, la iglesia sí era contradictoria.
No se, no se. Creo que no estoy reproduciendo exactamente lo que hablamos, pero fué sobre ese tema. Finalmente llegamos al punto de encuentro: la infalibilidad del papa, y la no incoherencia de la iglesia en su doctrina solo puede entenderse bajo la premisa de que es el espíritu santo quien "bendice" las decisiones que llevan a realizar los "cambios" de doctrina. Lo cual al final se convierte en una cuestión de Fé.
Es eso; Viajero. Este dogma (este valor cierto e innegable que no puede ser sometido a crítica; que esto es lo que significa el término dogma) se apoya en una cuestión de fe. Y como tal es un asunto que prima facie afecta a los propios creyentes; que, en propiedad, si lo negaran incurrirían en herejía declarándolos anatema (claramente lo advierte el canon). Es así; lo tomas o lo dejas.
Así tan claro y sencillo como tú lo apuntas.
No, si lo tengo muy presente. Eso y otras muchas cosas, como la concesión de honores y dignidades a García Gascó.
Es que verá Vd, aquello era 1968 y había que transigir con la rebelión anti-autoritaria.
En fin, que una cosa es la infalibilidad y otra la honestidad intelectual. La primera es cosa de fe la segunda es cosa de dignidad personal. ¿Serán incompatibles??
No creo que sean incompatibles. De todas formas es verdad que en el contexto de 1967-68 se dio uno de los hitos fundamentales de la contemporaneidad. De ahí a meterse en el arcano de la motivación e intención de la creación intelectual de alguien; perdóneme, no deja de ser una interpretación. También cabría interpretar buena fe en el afán de querer conectar con el mundo; por lo que Fdez. de Cardedal ha denominado la contingencia histórica de las formas de creer.
No es mi intención juzgar la intención de la creatividad intelectual de Joseph Ratzinger.
Me limito a señalar la imcompatibilidad CIERTA entre la ideología subyacente en aquellos escritos y la doctrina expresa en sus recientes actuaciones.
Me resulta in-creible ”interpretar buena fe en el afán de querer conectar con el mundo” actual las actuaciones de indudable cariz político que está protagonizando tanto por acción como por omisión en relación con España.
Aclaro que por omisión entiendo su inhibición en el asunto de la COPE, entre otros menos publicitados.
De la contingencia histórica, si le parece, vamos a dejarlo para otra ocasión. De momento tenemos la declaración de Ricardo Blázquez en toda su estudiada y cobarde ambigüedad, en su torpe intento de conformar a todos. En un comentario anterior le felicitaba a Ud. por su ” por su comentario. Claro, valiente, sin equívocos” y por la misma razón debo rechazar la deshonestidad intelectual del presidente de la CEE.
Pero hombre, que Ricardo Blázquez ha pedido perdón; en un contexto, en una sociedad, donde lo que prima es ser asertivo y no "bajarse de la burra" . Algo que López Garrido por el PSOE ha calificado de actitud sincera y positiva; que el Ministro de Justicia, Sr. Bermejo, ha señalado que le honra; y el mismísimo Llamazares ha valorado positivamente esta autocrítica; aunque inmediatamente la ha matizado de vaga y ambigua.
Yo, sinceramente, no entiendo que se inste críticamente a que se pida perdón y seguidamente cuando con humildad se hace, este gesto se tilde de deshonesto. Carga Vd., Elohim, las tintas precisamente en una persona no precisamente integrista. ¡Elohim; estamos necesitados de abrir puentes entre unos y otros; y no enrocarnos en las posiciones más radicales!.
(Extracto pasajes del discurso) .........//Al recordar la historia nos encontraremos seguramente con hechos que marcaron el tiempo y con personas relevantes. En muchas ocasiones tendremos motivos para dar gracias a Dios por lo que se hizo y por las personas que actuaron; y probablemente en otros momentos ante actuaciones concretas, sin erigirnos orgullosamente en jueces de los demás, debemos pedir perdón y reorientarnos, ya que la “purificación de la memoria”, a que nos invitó Juan Pablo II, implica tanto el reconocimiento de las limitaciones y de los pecados como el cambio de actitud y el propósito de la enmienda. No es casual coincidencia que entre las celebraciones del Año Jubilar adquirieran un sentido peculiar tanto la conmemoración de los testigos de la fe del siglo XX, en el marco incomparable del Coliseo de Roma, como la impresionante celebración del perdón el primer domingo de Cuaresma en la basílica de San Pedro, en que el Papa, abrazado a la cruz del Señor, pidió perdón por los pecados de los hijos de la Iglesia//......//Debemos estudiar la historia para conocerla siempre mejor; y una vez leídas sus páginas, aprendamos sus principales lecciones: La convivencia de todos en las diversidades legítimas, la afirmación de la propia identidad de manera no agresiva sino respetuosa de otras, la colaboración entre todos los ciudadanos para construir la casa común sobre los cimientos de la justicia, de la libertad y de la paz. Recordamos la historia no para enfrentarnos sino para recibir de ella o la corrección por lo que hicimos mal o el ánimo para proseguir en la senda acertada//..........//Los mártires, habiendo sido perdonados y queridos por Dios, ofrecen también el perdón. No denuncian ni señalan a nadie, no guardan rencor en su corazón; siguiendo a Jesús, su sangre pronuncia también una palabra de perdón. Esta reacción de los mártires es de una generosidad humanamente incomprensible; sólo puede explicarse porque el Espíritu del Amor, el Espíritu de Jesucristo, alienta en su corazón. Apoyados en la conducta de los mártires, que murieron perdonando, se afirmó reiteradamente en la beatificación y en su entorno anterior y posterior este mensaje: La beatificación de los mártires no va contra nadie, a nadie se echa en cara su muerte, a nadie se acusa, a nadie se pide cuentas. He aquí algunas expresiones autorizadas de la coherencia que debe existir entre la conducta de los mártires y la nuestra: “Con sus palabras y gestos de perdón hacia sus perseguidores, nos impulsan a trabajar incansablemente por la misericordia, la reconciliación y la convivencia pacífica” (Benedicto XVI). “Su muerte constituye para todos un importante acicate que nos estimula a superar divisiones, a revitalizar nuestro compromiso eclesial y social, buscando siempre el bien común, la concordia y la paz” (Card. T. Bertone). “Los mártires, que murieron perdonando, son el mejor aliento para que todos fomentemos el espíritu de reconciliación” (Mensaje de la Conferencia Episcopal Española del día 26 de abril de 2007). Su muerte es una siembra de paz y de reconciliación generosa entre todos. Hacemos memoria de un capítulo de la historia de nuestra Iglesia, muy doloroso en su tiempo y hoy hondamente gozoso, que nos invita a asimilar la magnífica lección de fe en Dios y de misericordia que nos dejaron los mártires. ¡Que su ejemplo e intercesión nos fortalezcan en la transmisión de la fe, en la comunión eclesial, en la colaboración al bien común de la sociedad y en los trabajos por la paz!......//
No puedo más que ratificarme en mi anterior comentario.
Es una declaración equívoca para contentar a todos.
Me parece muy bien que no sea integrista, pero en el tema de la actitud -violenta, perversa e inhumana- que protagonizó la iglesia católica, con TODA su jerarquía al frente (incluso el jefe), durante el franquismo no es sufiente con ser neutral, la dignidad OBLIGA a manifestar una condena sin paliativos.
Me dice que pide perdón... ¿a quién?. Las víctimas tienen nombre y herederos.
Le exijo a Blázquez que tenga la valentía de enfrenatrse a ellas y no se refugie en palabras…divinas. Los condenados y perseguidos por curas y obispos eran personas físicas no entes espirituales.
De acuerdo en tender puentes. Pero para ser eficaces han de estar cimentados en la sinceridad. Y no es ocultando-nos la verdad el mejor camino para construirlos
Me desagrada (pero no debo rectificar)la crudeza de mi comentario.
Hay temas que como Vd. mismo escribió más arriba son resbaladizos. Pero éste no es el caso. La complicidad de la iglesia con el vesánico dictador NO es un asunto resbaladizo, es un tema de valoración clara, sencilla, directa y sin posibles matizaciones.
Por no hablar de la complicidad con las organizaciones conservadoras desde el siglo XIX en Europa, pero como le indiqué anteriormente "De la contingencia histórica, si le parece, vamos a dejarlo para otra ocasión".
No se preocupe por el tenor de sus comentarios por muy críticos que sean; Vd. refleja su opinión; y ya está; pienso que no se trata de enmendar nada a nadie; sino de contrastar pareceres respetuosamente.
Gracias.
Otro punto de vista: La infalibilidad del papa es una verdadera gracia para todos los creyentes porque podemos contar con una doctrina segura que necesitamos para este camino de la fe que nos lleva a Jesucristo que es la Verdad.
Toda discusión necesita de algo indiscutible. Nosotros los católicos lo tenemos claro.
Fue un ejercicio de gran valentía, entre otras cosas, que en pleno siglo de oro del liberalismo definieran la infalibilidad del papa.
¡Caray con el comentario de Enriquenonpraevalebunt¡¡
Ni el ayatola más intolerante se atrevería a expresarse en España con este fanático dogmatismo.
Vea...vea Vd. Dardo las consecuencias del neo-liberalismo (que nada tiene que ver con los liberales).
Enrique; encantando de tenerle por aquí. El contexto que refiere es un momento de máxima tensión Iglesia y Estado; un contexto de pérdida de poder de la Iglesia en Italia y de acometidas de la masonería contra los Estados Pontificios (la misma que quería arrojar al Tiber -durante su procesión fúnebre- el cadáver de Pío IX ).
Yo no le voy a negar el apunte sobre el carisma que ha hecho; creo que está en coincidencia con lo por mí expresado; evidentemente no podemos pretender que otros lo asuman; en verdad es una cuestión interna nuestra.. Todo este contexto explica el Syllabus de Pío IX.
Pero el Syllabus aboga abiertamente por un estado confesional; porque, por ejemplo, los extranjeros de otras confesiones no tengan libertad de culto en un país de confesión católica; por preservar los fueros eclesiásticos civil y criminal y por impedir la denuncia unilteral de los tratados (y muchas más cosas de orden político). El Vaticano II ha sustituido y perfilado toda esta dogmática.
Elohim; olvídese -por favor- del Syllabus. Estamos en otros tiempos. Hoy ese dogma está bien acotado tras el Vaticano II; y es esta perspectiva desde la que hay que entender el dogma defendido por Enrique y por mí -sin perjuicio de que nosotros podamos analizarlo y Vd. criticarlo abiertamente.
Dardo, yo NO critico abiertamente. Expresamente escribí más arriba ” En consecuencia no voy a comentar esa frivolidad de la “infalibidad”
Le considero a Vd con suficiente capacidad para entender la diferencia entre rechazar y criticar. La posición que he mantenido en este post NO es de crítica a la doctrina expuesta por la Syllabus. Es de rechazo radical a quien hoy pretende justificar la estulticia intelectual de aquella declaración. Y los aberrantes posicionamientos políticos derivados de la misma.
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