jueves, 19 de junio de 2008

Vidas ejemplares: Héctor Abad Gómez.


Ayer fue un día de pequeños gozos. Por la mañana un acto de entrega de premios a un Colegio, a dos profesores y a tres alumnos. Un acto sencillo y, no sé si por eso o por el hecho mismo de haber sido galardonados, intenso para los protagonistas y familiares.
Por la tarde otra modesta satisfacción: la lectura del libro El olvido que seremos del escritor colombiano Héctor Abad Faciolince editado en España por Seix Barral, s.a.
Al final del día pensé, que tal vez alguno de los estimulados pequeñajos premiados por su redacción, descubra su vocación literaria, tal como el autor antedicho; quien nos confiesa que descubrió la magia de la escritura jugando con la máquina de escribir de su padre y por la propia indulgencia de éste, que era capaz de celebrar incondicionalmente y de manera entusiasta cualquier garabato como progreso.
Esta propuesta literaria surgió de mi anterior entrada, a raíz de la reseña que hizo un crítico sincero como Elohim.
La novela es, entre otras muchas cosas, un exorcismo contra el espíritu maligno y perverso de la venganza que de alguna manera envenena la alegría de vivir. Es la carta a una sombra: al padre asesinado por esa lacra que es la brutalización de lo político, y a la vez un intento de rescatar del olvido su figura, su humanidad, evitando lo hagiográfico.
Nos hace una semblanza de la relación paternofilial. Ama a su padre con amor animal (el que surge de las entrañas) y el padre al hijo con amor incondicional, que se me antoja como el mismo amor animal pero algo más racionalizado. Este categórico amor ejercido por el padre (HectorAbadGomezDG ) es la racionalización de una pedagogía moderna: hacer felices a los alumnos para que sean buenos, mejores, sin olvidar inculcarles una conciencia social (porque no todos son igual de afortunados) y tambien evitar caer en la debilidad o flaqueza del gregarismo (asumir acríticamente lo que dice la manada o banda sin proceder a una evaluación personal). El mismo asesinado Héctor Abad Gómez decía que el mejor método de educación (desde el conocimiento, la sabiduría y la bondad) es la felicidad -aunque ésta sea frágil- y por eso insista en algo más sólido: el bienestar; ser uno mismo, desde una moralidad pragmática y no abstracta, y el mejor regalo la cultura (ese depósito creciente de nuestros semejantes) ....no es que a uno le enseñen a ser bueno, sino que le enseñan a no ser malo.....no es que a uno le enseñen a vengarse....sino que le enseñan a no vengarse......había recuperado su mejor semblante, y la alegría, de la mano de los buenos poetas, de los grandes pensadores y de los grandes músicos.....
Un libro que es un caleidoscopio de vivencias. Pero a pesar de la tristeza es un canto a la alegría, a la necesaria alegría que debemos renovar. .....porque lo que pasó después (el asesinato político) no puede contaminar de amargura esos años felices..... Es una dura y amarga denuncia del cristianismo de pandereta que olvida la recomendación de la opción preferencial por los pobres, y de la jerarquía eclesiástica. Una esperanza para un futuro de tolerancia en lo moral y político, porvernir justo a través del reformismo socialista y manaña luminoso gracias a la fe en el progreso científico.
.....En asuntos de religión, creer o no creer no es sólo una decisión racional. La fe o la falta de fe no dependen de nuestra voluntad, ni de ninguna misteriosa gracida recibida de lo alto, sino de un aprendizaje temprano, en uno u otro sentido, que es casi imposible de desaprender.......Los niños nacen con un programa innato que los lleva a creer, acríticamente, en lo que afirman con convicción sus mayores.... Se comprenderá así la energía desplegada por unos y otros a propósito de la polémica vigente en nuestra patria acerca de la educación en valores.
¿Pero quién tiene razón?. A esto responde por boca del protagonista: ....Aquellos a quienes los güelfos acusan de gibelinos, y los gibelinos acusan de güelfos, esos tienen la razón...... Toda una denuncia de los fundamentalismos. No nos sorprende así que todo un eminente profesor y médico señale que lo más nocivo para la salud humana no sean las bacterias o los virus, sino la pestilencia de la violencia política (el extirmino del contrario). ¿Qué tratamiento aplicar?: Comportarnos como hombres (animales inteligentes y racionales), no como animales. Luchar por metas (aunque no se consigan) más allá del simple goce de la vida; estas metas pivotan alrededor de algo básico: mejorar el mundo en el que vivimos y en el vivirán los que nos sigan. Reparto más equitativo de las riquezas materiales y espirituales. Trabajar para el presente y el futuro. Intentar hacer un mundo mejor. Utilizar la inteligencia, las reglas de la democracia, las libertades de expresión y pensamiento.
Un libro valiente sobre un hombre valiente, escrito por el que en modo alguno es un cobarde (el autor se confiesa así con cierta desesperanza) desde el asombro sereno ante la perversión de la maldad y henchido de amor y homenaje a un hombre recto. Pero se equivoca; son esas fructíferas semillas las que florecen y sin embargo son estériles las de los sicarios.

viernes, 13 de junio de 2008

Verano

Sorolla. "Al agua".

Estoy llegando al verano sin fuerzas. Consumido. Esta es la razón por la que he desatendido el blog. Les pido disculpas por mi descortesía doble: a) por no contestarles y b) por no visitarles. Voy a intentar reparar todo esto en la medida que pueda.
Encima tengo el teclado del ordenador loco. Por un lado tengo borrados los signos de tanto teclear, cosa que en principio no me afecta pues escribo al tacto; el problema es que no sé por qué razón algunos signos de puntuación se han trocado caprichosamente. Así por ejemplo la tilde ahora me aparece donde la cedilla y viceversa. Por eso digo que el teclado ha sufrido una especie de enajenación. Seguro que muchos de Vds. saben que uno de los primeros síntomas de la locura es el desorden en el lenguaje.
Tengo la sensación de que es ahora cuando termina el año. Hago un balance negativo sin remisión, ya que suelo ser exigente conmigo mismo, a la vez que me sorprendo como demasiado indulgente con el prójimo.
No sé, me han fallado muchas cosas y me han faltado fuerzas. ¿Será la crisis de los cercanos 50?. Sí, esa crisis en que interiorizamos por la propia experiencia que nuestro cuerpo es frágil y caduco frente a esa mentalidad de la adolescencia donde se piensa que la enfermedad es ajena a nosotros; y donde también somos conscientes de que se acabaron los días de vino y rosas (¿y cuando los he tenido yo?; si lo que tengo es una sensación de haber pasado si acaso jornadas de aceite de ricino y cardos borriqueros). ¿O es que algunos siempre estamos en crisis: en los 10, en los 20, en los 30 y en los 40?. Pero les confieso que tengo recientemente una sensación parecida a la de Gregorio Samsa en "La metamorfosis". Sin duda es culpa mía, claro; pues tenemos un reto continuo donde debe aquilatarse nuestra persona.
Mi madre me decía -cosa que me irritaba sobremanera- que me había quedado permanentemente instalado en la "edad del pavo" . Y ahora cuando miro atrás compruebo que igual que el pavo es una vianda que si no se sabe tratar es soso; uno es estructuralmente pavisoso como buen célibe. Por eso en el lecho de su muerte me dijo preocupada -sabedora de mi autoostracismo por la continua decepción de las cosas de este mundo- que no me quedara solo. Pobre mujer; pero ¡si sólos estamos todos!.
En el quehacer laboral diario intento seguir la máxima de José María Escrivá ("santificar el trabajo, santificarse a través del trabajo y santificar a los demás a través del trabajo bien hecho") que de alguna manera casa con mi virtud/defecto del perfeccionismo. Y creánme que me ha dado buenos resultados cuando lo aplico con vocación. Pero este año he tenido una especie de crisis o desánimo con un origen inicialmente físico. Y es asombroso comprobar como esto afecta a la calidad de tu quehacer. Confio que el azul y dorado Verano me reponga de energía y disciplina para el próximo período.
Quiero agradeceros
vuestra entrañable preocupación. Un saludo.